Cuando llegas al puente, todo parece mínimo en el agua, su cantidad y la no excesiva vegetación alrededor del cauce. Has subido, porque en un aforo indica que está en más de 60, con lo cual tienes asegurado un descenso sin problemas de encajarte en varios tramos entre las piedras que te van creando el laberinto en el que te vas a sumergir.
Es bueno haber revisado el estado de la piragua, sus tapones, sus asientos, sus reposapies que puedes haber movido por alguna razón que ya casi ni recuerdas. La ropa y el cubrebañeras requieren una atención especial, incluso aunque el tiempo fuera caluroso y estable.
Siempre tienes que acudir a ese espacio con otros piraguistas, si son de confianza,mejor; es esencial ante situaciones donde no sólo se debe pensar en uno mismo.
Entre las piedras no es fácil encontrar la ruta buena. Sólo conociendo la salida de cada uno de los pasos marcados puedes seguir adelante. Por lo tanto, con paciencia, nos debemos bajar de nuestra embarcación y comprobar que no existe ninguna sorpresa en la salida de la ruta elegida.
Pudieran parecer aburridas todas esas idas y venida pero es parte de su encanto. En muchos momentos, puedes haberlo percibido como algo mecánico, pero conocías todos los significados del agua y su proceso de modelado, como un nuevo lenguaje al que después de años has podido ir comprendiendo. Si alguna vez vuelves, como en el correr; ya no buscarás los límites, aunque alguna vez lo recuerdes entre alguno grupo de personas, como cuando al ver una sudadera del Maratón de Sevilla, te viene al recuerdo aquella marca, no registrada, pero que tienes grabadas a fuego, 1h10' en 21 km.
Seu d'Urgell fue nuestro lugar de encuentros con algo que hubieramos necesitado desde el primer momento: la técnica de conducción del kayak ante las muy variadas corrientes y las diferentes formas para afrontarlas.
Cuando se va acabando el tiempo para muchas de las experiencias que nos ha tocado vivir, parece que nos aferramos a la posibilidad de seguir aprendiendo.
No esperar e intentar no despistarnos con muchos de los ruidos. Ahora estos tiempos son más fuertes y más extensos en el tiempo. La tentación de abandonarse preside los pequeños fracasos.
Todo lo alivia las cuerdas de cariño que penden sobre las más puntiagudas piedras
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