Caigo de espaldas sobre una nada como alfombra. Dicen que la libertad debiera estar en el mayor pedestal en el que pisaramos los encuentros en un patio de un día cualquiera.
Será la ausencia de ruido una cadena que diluya mi cuerpo; pudiera ser la ilusión de una creación la que destroce la gravedad y las articulaciones besen las particulas que absorben volatiles flores.
Es en la ensoñación el único momento cuando nos desatamos de tantas ligaduras que ejecutan nuestros actos.
Puede decir el privilegiado que es el adalid de la libertad, cuando del Estado ha tomado recursos para diferenciarse de quien se tiene que asir a lo cercano e inmediato. Apologia hacía en la educación, del derecho de los padres a esos sus caminos que debieran trazar, cuando ya unos, ellos se sirven de las autovias a la que nunca llegan quien no tiene vehículos.
Zanja minada de unos poderes establecidos que absorben las mentes de la cordura para que por ahí no pase al conocimiento de las fosas sépticas en las que plantan nuestros futuros delineados.
Creernos en un escenario donde las palabras exorcizan a poderes que ya tallaron leyes al gusto del depravado, para que este diga que eso es justicia, es el terreno farragoso del que no debemos salir, por fijarnos con los clavos de las falsas luces
Hablar de las noticias como un derecho servido por buscadores de fuentes fiables por contrastadas es la obra de ilusionismo más acabado por quienes nos crean las falsas esperanzas. Derramadores de más periodismo, de actos inicuos a los que, sin embargo, asisten adornos a los que hemos dado el poder de los totems.
Ilusionismos por una libertad extrema, cuando nos mecemos entre las correspondencias a las que nos amarramos por nuestras necesidades, pero también por los lazos que atan las vías por las que parecen dispersarse los caminos que entre los humanos confluyen en sus frutos.
Conociendo eso, los cantores de la libertad, toman las llaves para apropiarse de tesoros que les transporte a castillos desde donde lanzar aceite extra virgen, para engatusar en un amor al pueblo, aunque estos, tarde, se den cuenta que sólo era para tenerlos fritos.
No existe un termino medio en un hilo que en un extremo han intentado deshilvanar, quemar o corta y en otro les colocaron con madejas de oro, le rociaron con esencias de nenúfares y las protegieron de todas incremencias. Algunos tratan de llevar el fiel a un medio inexistente
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