martes, marzo 09, 2021

A, Eli, territorio doméstico

En tierra con alguien que arranca las raices de entrañas sin fruto. Por allí, quizás comienza unos pasos circulares.

Pudiera llamarse Eli o la mama de la niña que perdió a su marido al principio del Covid y la familia de cinco miembros tuvieron que estar encerradas, en un piso de 50 metros cuadrados. 

Es que es un ser humano, que fue profesora en su país, que se vino para España, la familia que la contrato (esclavizó) tiene pintar de ser de la gran España: muchos hijos-as, lo manda la doctrina. Mucha la relación social, cenas con cargo a la interna que por 950 euros, contrato hecho tras años sin él. En sus escrúpulos, que durante la semana la dan vivienda y comida, incluso horas de más de trabajo, "ya que estás aquí".

Territorio doméstico, cantan en un rap, para recordar que son mujeres, con sus hijas, con su preparación, para ser cimientos de otra sociedad diferente.

 Un coche transita por la avenida en "traffic jam", pitan y pitan y vuelven a pitar al ritmo de proclamar la libertad, 

no LA LIBERTAD, NO, NO

        SU ABSOLUTA LIBERTAD, 

  La amamantada en sus privilegios, que igual que toma la vida de Eli, toma el dinero de los demás para que en sus colegios, institutos existan caminos exentos del mayor número de problemas posibles.

  Ella oye cuando el coche sale desgastando bravuconadas de saliva que no petróleo. Si, no es sólo que consiguieron el dinero porque sus papás fueron secuaces sin conciencia, asesinos ejecutores para unas industrias que son, al final a las que sirven, y obtuvieron la riqueza por una cierta preparación tendrán conocimientos de todas las injusticias que cometen.

Son el tipo de personas, que te pueden decir: “vienes mejor preparado a nuestra boda porque tenemos más clase” y les sonríes por no reconocerles que un poquito zafío en mi vestimenta sí que soy.

Quisieron llegar al trono y les dan tantos parabienes que porque reconocerse en lo que de verdad les dio la luz; esta, la tiene Eli, en su habitación de fin de semana que comparte para dar ilusión a su hijo, que la hace sentirse madre, mujer, ser capaz de amar, de soñar con enviar dinero a su hija para que en la Universidad de su país, se forme y pueda, intentar no venir aquí. Transformar allí, aquella sociedad, tan llena de criollos que llevaron su religión que les justifica toda la miseria de los actos que han cometido en aquellas tierras explotadas.

Cuando los actos de sentirse esclava la pudieran encerrar en una habitación sin luz, esta aparece en la hija del otro extremo, el hijo de aquí, y el sentirse, siempre mujer, consciente de su fortaleza y de la capacidad para cambiar destinos marcados a fuego y codicia de otros

 

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