Democracynow.org and its compromise
Señoras y señores, niñas y niños, bestias en general os vengo a presentar nuestra genial transmutación, reversible para mentes liquidas, culmen de la exhibición de impudicia en la que hemos convertido el humor chabacano contra la diana favorita de mentes, si trabajadoras, pero también servidoras de los dueños que les amamantan.
Iba una vez, si no dos, una palabra desnuda por los diferentes pisos, barrios, pueblos, ciudades, consciente de sus contornos y alguna protuberancia exagerada. Se dejaba querer, y parecía tener una promiscuidad que, incluso, provocaba alucinaciones entre quienes escuchaban su beldad. Yo, sin ir más lejos, la dejé entrar en mi boca y con la lengua la exploraba para conocer tanto sus olores como sus sabores más íntimos. Más de una vez terminé con ella en la cama. Apagando la luz para que esta no me engañara con sus luces y sombras.
En aquellos momentos, el sueño se desvanecía y ella se deslizaba desde mi garganta para encontrar un hueco por donde se derramará sobre la piel que se hacía tobogán para que invadiera mis hoyuelos y remontara cumbres por coronar. Yo, la quería, como diría Neruda, porque en noches como esas, su sonido tintileaba brillante como las estrellas en el cielo. Ella, lo sentía, como un beso grabado a saliva de jugos prohibidos.
Nos conjuramos para no ponernos las cárceles de las letras y así, sernos nosotros solos.
Nos embarcamos, con troncos liados, e nuestra balsa, para ser ante todo, eternos.
Y siempre, nos sentíamos, sobrios en nuestras miradas de fuegos artificiales, desatados los nudos para viajarlos
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