Termina Carnecruda.es este viernes 19 de Marzo, con las palabras de Santiago Alba Rico con la definición que, yo nunca hubiera sabido explicar: la Escuela Pública es el espacio necesario para que las hijas-os conozcan una realidad diferente a los padres-madres. Certero y al pie, una especie de Modric que tanto me gusta ver. En el "avivir" Juan José Millás, su último año, coincidiendo con el inicio de nuestro confinamiento aportando su experiencia y su claridad de mensaje, realiza esa función "modriana"
La imprecación siguiente sería: "eso es adoctrinar",
Una familia que, en su caso o bajo su cuidado, tiene a su descendencia durante más de 16 horas e incluso en su centro de enseñanza, no tiene ninguna asignatura que hable de doctrina, excepto en el caso español, la católica, nos podría llevar a pensar dos cosas, o no tiene seguridad en los valores que ellos mismos les transmiten o quieren imponer una visión unívoca de sus ideas, no sólo a quienes engendraron, sino a toda la comunidad educativa. Esto último con una particularidad, que incluso dentro del rango que dicen defender, en muchos casos, no es lo que proclaman desde las estancias más altas del mismo adoctrinamiento en esas creencias.
Los cuadros de las casas propias han llegado conducidos por los deseos de sus habitantes. En el paisaje, olas, árboles son mecidos por los vientos que sus visores pueden mover en merced a las aperturas que surjan entre las puertas custodiadas por los progenitores.
Llevar a la Escuela Pública las mismas cancelas, trabadas con candados con claves para cajas de seguridad blindadas por número mágicos de creencias, es querer meter a todos los que comparten un centro, en la casa propia; eso sí, en la habitación, no de invitados, sino del servicio, siempre a disposición, a cualquier hora y para aceptar lo que interprete el dueño del paisaje descrito.
Un niño atrapado en su máquina sigue rutas determinadas. En un momento dado, el niño rompe esa "cuarta pared" y los personajes invaden su habitación provocándole un caos del que debe renacer. En la pantalla, la brillantez de seres míticos siguen avanzando sobre paredes de pixeles, de bosques de puntos para sumar premios pero ya es parte de un decorado que se diluye mientras la niña ha comenzado a tomar conciencia de la música que será capaz de crear con el instrumento que es el espacio habitado y con su cuerpo que con sus intensidades en los movimientos son las manos que lo dirigen para sentir haber transformado desde el interior de lo que él mismo es ante la sociedad por la que explora.
Donde habitan los miedos debemos mostrar la encrucijada de sendas, no para paralizarles porque pudieran tomar el camino equivocado, sino para animarles a explorarlos por uno alumnado que comprenderá que tiene derecho a ser él. Dudando de la avenida que le facilita la entrada que como boca corregida, esconde su doble dentadura de fauces, que exhibe el interior desde una cristalera con brazos abiertos, pero sujeta para dificultar la vuelta y su salida
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