jueves, marzo 04, 2021

Berta sin red. Sueño de dramatizar sus luchas

CTXT con Bertha y Laura. Condenas sin justicia ante un asesinato

 Desgarra el grito de la hija al enterarse del asesinato de su madre. El pueblo es bello, siempre el de cada uno tiene los colores imposibles, preparados por nuestros ancestros; la tierra es dura pero cerca unas aguas alivian las carencias que se anclaron en los pueblos pequeños alejados de las grandes urbes. Intensidad de un río universal de grandes crecidas por diluvios que como en la poesía de Javier Gallego parecen diluirse en unos terrenos con una boca infinita.

Pequeñas comunidades viven cerca de sus cauces; gentes con nombres, como Berta, con ilusiones, con trabajos que cincelan sus cuerpos, recibiendo brisas y preocupaciones que tallan su cara.

A miles de kilómetros, cuando busco el espacio por donde la chimenea de la desesperación expulsó un grito con raices en la entrañas, veo una pequeña línea, apenas con entidad. No muy lejos de mí, en una torre infinita, ese mismo trazo es una hendidura hecha con precisión para extraer las riquezas que manan de aquel casi imperceptible espacio.

 Mentes, con límpidos huecos en los medios de comunicación que proclaman el advenimiento de esta nueva casta de dioses generosos que derraman limosnas para los receptores de las inmensas obras que transforman aquella pequeña incisión en un planificado proyecto del que atronaran con sus excelencias, sus pasos a un nuevo mundo pero del que tratarán de sepultar su derrame de sangre, la desaparición de los recursos y el alejamiento de los pueblos que lo mantuvieron vivos en los laboriosos siglos en los que se mimetizaron.

 Berta, hija, quemó aquel instante para ungirse con las cenizas y renacer de ellas; para tomar el relevo y ser voz de los que buscan cuidar esa su tierra.

 Cuatro cucharadas de plomo y una pan de oro evanescente alimentaron a los ejecutores del plan, les llaman sicarios porque eran tan necesarios para provocar el miedo, como prescindibles por haberse atado a tan caduca y exigua recompensa. Por eso, les dan ese apelativo tan abyecto

Caminan mínimos, elegimos el mismo ritmo porque son de la zona, tomaron de los pezones la leche, pero la hiel de la pobreza y de lo inmediato les atrapo en un círculo donde creían ver horizontes a otras vidas, pero se habían anclado a los mismos. Fácil tarea desgajarlos cuando ya pudriste las raíces. En ese ritmo desaparecen para ser los nadies de los nadies, de los que toman sus nombres para visualizar en sus pieles el mal. Pero no tantanes, allí y en las demás esquinas delatan a quienes hacen apariciones inmaculadas.

Berta Caceres, sus palabras, fruto de una vida en consecuencias dentro de los habitantes de aquella zona, renace en cada uno de nosotros, cuando la nombramos. Surge suave pero para habitarnos siempre. El ritmo encuentra su escape en aquella tobera por donde sale, no hay viento que detenga su expansión por los cuatro puntos cardinales.

Truenan sus hechos, el amor a aquella tierra y a su entornos. A todas las tierras. Darlas vida para que no sean vampirizadas por las cuentas de resultados, ni por los intereses de dineros que se creen dioses para exterminar vidas amparados en la impunidad de nombres, embellecidos por neones de fondos de inversión que, sin embargo taladran hasta la muerte.

Berta Cáceres, BC, mirar a la tierra para ver sus frutos; al frente, para mostrar su dignidad; al cielo, para que encontremos las estrellas que como garzas trazan la punta de flecha para un respeto a la naturaleza

BC, inmenso despertar para defender un sueño. Y siempre, por encima de comerciantes, ella, Berta Cáceres

No hay comentarios:

Siameses y mercader

Siameses y mercader
Zaida, Fernando y