Se constuyen vidas sobre cimientos que nos brotaron. El tiempo los desaparece pero su solidez queda, cuando a su naciente invisibilidad la humanizamos con los hechos de sus recuerdos, con los tiempos en los que nos sumergimos unidos, para explorar los espacios que nos fueron comunes.
Caminos divididos en mil senderos por donde los encuentros se pudieron hacer espaciados y cortos, pero donde se confluía para descubrir todas las pequeñas cosas que nos unían, en el respeto y el agradecimiento por ser parte de actos compartidos.
Se proyecta una película de contenido fantástico, en una pequeña plaza, gemela de mil en el mundo, dónde las menores apuntan frases y los mayores, a la vez que a la pantalla, tienen un segundo escenario en la contemplación de sus descendientes.
La tia Isabel desapareció ayer de nuestra sábana blanca, con tantas dimensiones; ahora nos queda recordar sus paseos, sus palabras, sus miedos, sus preocupaciones y la lucha sin fin, por sus hijas y su hijo para abrirles vidas en las que son ellas mismas, pero con una de las raices profundas de toda energía generada por ella.
Seguirán viviendo en sus hijas, hijo, sobrinas, sobrino, como también en sus vidas que aún aspirando a ser plenas, tendrán la falla profunda de la ausencia, que deberán saltar en muchos momentos, antes de Ambrosio, ahora de Isabel.
Habrá días, en frente de ella, que parecerá no les dé fuerza, y quizás hasta la ilusión. A mí, en mis errores, en mis sueños, en mis actos me queda la tarea de recoger el aire, aunque, a veces también me falte, para trasladar las notas de un saxófono que reclamaban los nuevos músicos del pueblo, y
Que iluminé las estancias vacías,
Que reclamé la vida envuelta en los sabores de quienes nos precedieron,
Que baile por el tiempo vivido con ellos.
Que se les hizo pleno
Nos aseguramos, en nuestra existencia, en unas columnas que no debemos olvidar que están ahí, para todos; que sujetando nuestro escenario de la vida; a ellos les invoca a seguir, por ella Isabel, a la que la dieron la ternura de su presencia continúa. Les fue posible, les abraza ese tiempo común.
Pasajero, en una senda, que les encuentra, para quien su presencia: Pili, Álvaro, Isabel, Conchi, Fernando, Alicia, Cecilia, Mario, e Inés, le nace luz para ser reconocimiento y encuentro
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