Existe un dolor que se clava, cuando nuestro orden, tan "en vilo", es asaltado por una verdad trágica. Nada más cruel que sentir que el "buenos días" no lo oirás más, aunque tu imaginación lo rememore en un bucle de secuencias, sin sonido propio.
Cabalgas sobre la pena infinita en páramos adustos, sin sombras que cobijen al desamparo de tu mente; a las lágrimas que quisieran hacerle florecer.
Afloran libros desde tus actos para que reconozcamos el homenaje eterno a quienes en nuestros actos nos arrullan en los instantes sin fin
Nada calma el vacío, sólo vamos poniendo tablones sobre los que pisar para emprender las vidas que él, no permitiría que se pararan.
Vienen los libreros, los editores, los escritores, sus personajes, estos nos dan vidas en la que explorarnos, conocernos, acertarnos, saber que nos vivimos por aquél, por aquellos que se aproximaron a las raíces de la vida, para con el fluir del líquido del dolor, recrecernos a duras penas. Nos piden que sigamos buscando la belleza, en las ya, imparables palabras de quienes nos siguen. En los encuentros, de un corredor solitario, que conserva las semillas de aquellas nuestras cortas carreras para compartir hoy, un abrazo, porque le reconfortabas.
Son los vientos, que nos agitan para emprender el vuelo de iniciativas que te esperan aún sabiendo que tu isla desaparecida, no será la cala que en el cansancio, encontrarás donde reposar.
Julio, al
correr, muy a lo lejos, miro aquellos tus lugares de reposo. Esta semana, aquel
espacio Bustares, lo uní con una habitante que, joven, navegaba aguas
enamoradas.En el ciclo estamos, saltando obstáculos, esquivando trampas, andando aún alcanzados.
Marcos y aquellos otros, amantes, trabajadores en la naturaleza, en vuestro dolor, siempre gimen los árboles; ¡Qué nuestros actos los rebroten!
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