jueves, julio 09, 2020

Tanz

Cuando me vuelvo a subir sobre la tarima de algun libro o correo que me abre la posibilidad de explorar sobre mis movimientos; enseguida me aparto durante unos instantes y me poso sobre el suelo, quiero percibir que lo próximo que sueñe no estará lastrado por mis pocas posibilidades de amplios saltos, aberturas totales o equilibrios sin red.

Reposado en incapacidades, me mimetizo con mis compañeros de "Der andere Körporen", un documental alemán que en una experiencia en Brasil, nos da claves para sentirnos útiles desde lo que somos sin necesidad de revestirlo de trucos.

Como ellos, sueño sólo con lo que mi cuerpo encuentra por si mismo, por compartir con otros, nada más. Son a las propias cadencias, a los propios silencios a quienes los revisto de lo que anida en mi particular atalaya, no sé si demasiado aislada, si trazada con los cientos de ramitas que me han ido dando, Celtia, Eva, Esther, Manu, Paz, Álvaro, Elena, El señor Sanabria y tantas otras  personas que con Javier Gallego "crudo" exponiéndose a los oyentes, han tejido un nido sobre el que, ahora, brotan mis palabras escritas.

 No se puede quitar ni una brizna de este espacio, y menos en la aventura de este año apocalíptico.

Me acogió en RNE3, para hacerme remero que con su esfuerzo lucha por entender las aguas  procelosas por las que se desenvuelven vidas. En ellas, quisieron ahogar, quienes hablan de libertad, al capitán que trazaba sus rumbos. Subirse en una nave, SER, con tantos daños en su casco, que no le permiten aventuras exploratorias, fue la puerta, para que ya, con casco artesanal, construido por cientos de oídos que ansiaban conocerse dentro de la sociedad, ha sido el más bello salto de Sergei Polunin, eterno que nos hace ingrávidos ante quienes apalean cuerpos. Algunos de ellos, tendrán medallas, pero jamás, la mente rebelde que revolotea para otear los libros de Belén, las cataratas fértiles de las Silvias, las pedaladas por los espacios que ahora nos viste por el Alto Tajo.

Pasamos por la vida, creyendo que leer todos los titulares de todos los periódicos del mundo, nos hace sabios y sin embargo, posarte con la realidad de una música que sólo te mecía, de Tom Waits, te da la intensidad de conocer los engendramientos de canciones que ahora tienen luz, abrazan tus miedos porque de los suyos nacieron y te despiertan de pesadillas, porque tus miedos las habían generado para encadenarte.

¡Que bello Javier, todo!, alguna vez hubo una encalmada, en mitad del escenario, conté el infinito, todo se paralizó, incluso Michael Robinson pareció ausentarse. En un pánico, compartido con dos amigos, en un instagram delator, te confesé la derrota, el desamparo para buscar nuevos faros. No podía moverme

Pero nació el dedo, la palma, la mano que me atuso el no pelo y el brazo me asió para encontrar al otro. Nos descansamos, nos proyectamos, no exploramos. Nos revivimos de la cabeza al último dedo. Nada era físico, si quizás lo que nos veían, pero hervía el corazón, con la voz de Rozalen, con los Morgan, que, por una vez, descubrí antes que mi hermano, por el instante final de la voz de Elsa, paladeando el exquisito verso vivo de un renaciente Miguel Hernández, por el supremo colofón de Silvia Pérez Cruz que nos trazó, los sueños de abrazos de tanto que amamos, que descubrimos en seres, procreadores de tierra, Florencio, Santiago, Gerardo; en periodistas, que nos indagaba en los ventrículos como Michael; en los compañeros, que pintaron los viajes más íntimos, porque su capitana Manuela, a Miguel Ángel Bernal le daba vientos.

Descansad, que en las playas de vuestros libros sintáis el frio de las corrientes para que os activen. ¡Trotad por mesetas, desiertos, sábanas, os necesitamos pegasos para combatir silencios y mentiras!.

Estaremos, envejecidos, para descubrir por encima de miedos, la lucha para no ser vencidos por los silencios.

Ay, señorito, si usted supiera; no le quiero molestar, pero si usted , al menos, pudiera prescindir de un eurito al mes, yo le estaría muy agradecido. Podría remontar a la piedra más alta del pueblo y proclamar Milano, milano bonito y mientras les haría un movimiento de cadera, para que les bendijera todo mi arte. Así que señoritas, señoritos, si pueden donar a carnecruda.es un eurito al mes, ustedes serían bendecidos. Si no, mal rayo me parta  sobre el escenario, como no haber bailado ni tan siquiera una seguidilla.

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