Decía Dragonio ayer, que el agua y la piragua le hacía evadirse de las realidades. Sobre acciones que tienen la prevalencia de lo innecario durante años, debía servir el momento de encuentro con la naturaleza y el sentir que un objeto se va convirtiendo, poco a poco, parte de tí. Con los compañeros de ayer, comprendía que su avance era muchísimo más rápido que las muchas veces, donde Dragonio lo pasó mal, bien fuera en el mismo tramo: Ovila-Trillo, bien fuera por Zaorejas, bien fuera, por Peralejos, bien en Broto y luego Chateaux Queyras.
Le apena que esos momentos se hagan cada vez más espaciados, y que sin embargo, la percepción de zancadillas, medias verdades, que también le ayudan a situarse ante la vida, le lleve a momentos improductivos; sin embargo le duren más. No fue su objetivo, jamás, el reconocimiento de las masas.
Sentirse bien le había hecho parte de lo que era: dominando la piragua y el espacio, ahora, ¡los
años! ya debe tener menos violencia porque la respuesta es más lenta y las
acciones en esas situaciones, menos eficaces. El no hacerlo ahora, se daba cuenta que le hacía dedicar tiempo a quienes siempre se dedican a observar, taladrar y faltar. Tenía miedo que eso le destruyera, aquí; allí, de donde estos días salía la luz de un faro que le relajaba, por encima del haz de silencio que acuchillaba. Aunque pareciera que necesitaba al otro para ser respetado, en realidad su conducta, con sus errores, estaba por encima de aquellos caballistas justicieros, silenciosos de sus bajezas.
El momento del aprendizaje en la piragua debe ser apropiado para cada estadio de conocimiento, pero para el que comienza es confrontar con la violencia en su encuentro con algo en lo que no vivía y que, aunque teorizado, en el primer encuentro con el desequilibrio, no tiene asimilada su reacción que se convierte en caótica, justa entrada a la caída, que muchas veces despierta y otras, bloquea, al menos durante ese día.
Dragonio salta sobre el cuello de la piragua, le dice: ¿Por qué me has sacado de Climática?, enojado, ausente, enfurruñado, parece no tener más perspectiva que el muro que él mismo ha levantado. Momentos despues, la popa levanta su cola y le golpea. anda, desátate y coge las piraguas, recuerda cada uno de los pasos, de los que antes te olvidabas: la ropa y calzado adecuada, tus gafas, ahora obligatorias sin las lentillas que ya no puedes llevar y los elementos de seguridad para el coche, para las piraguas, para tí mismo. En el agua, poco a poco, unido al barco, amarrado a la pala amiga, sentirás que lo que te costó, muchísimo, ahora te devuelve los frutos de la aquella larga dedicación.
Dragonio, ¿te acuerdas del valle de Pineta?, aquel río Cinqueta, tan alto, tan casi en el cielo, tan inocente en donde embarcamos, tan montaña rusa que nos supuso, el primer día sólos, el segundo internacional y arriesgado, un encuentro inmenso y bello.
Cuando vayas ahí, lo otro, tus no necesitados horrores, serán tan pequeños, como el largo desínteres que le dedicaste.
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