miércoles, julio 22, 2020

Dibujar encierros

She was defeated and sad. New World confronted with her horizon. During the last year, her perception of the reality was full and nice; months later, her image looked like break and without solution.

How could she rebuild her mind in a body destroyed by the Miguel A. absence?

On the stage, the empty time flourished without water and other sounds.

 How many times could she avoid the voices of her other life? Everybody waited, nobody forgotten the value of her homework and her explanation.

Step by step, shared images and words were born to create small finger actions. These first moments, its strokes sought to revive the freshness of the eternal caresses. She looked the source of that loved sound; she explored and began some small step of couple dance. She felt terror, when she didn’t perceive him but the movements had begun. At first, her arms, nothing happened with him but those memories of Cadiz beach liberated her quietness. Some light flowed from that corner where the Camaron’s voice resuscitated.  The strong throbbing submerged them in a common universe where their hands were tied and the strains seeded to pour its essences to sip the eternity.

¿Cómo entrever la salida de una cueva, si al final, su agujero nos estaciona en la oscuridad perfecta?

En la quietud de la desesperanza volvió a posarse, otra vez aquel cuerpo encadenado a los inmisericordes recuerdos. Y sin embargo el espectador, percibía los golpes interiores de un timbal, ser humano.

Dolorosos ecos repercutían sobre unas butacas sensibilizadas. Quizás fueron ellas, quienes primero estallaron, tal vez, la piel que retumbaba hacía dentro, se agrieto y renació la vida. Doloroso era su percepción de que todas las salidas estaban cercadas en un círculo elástico, pero firme. Conseguía deformarlo hasta los límites de la exasperación. Ahora su cuerpo vibraba, quería ofrecer lo que ella también era, enriquecida por los años compartidos. No encontraba fisura en aquel aro del terror: la recibía, la aceptaba, se dejaba llevar, pero al fin, la cansaba y esta caía, derrotada, arrastrada por el fracaso en conocer otra vida.

El espectador era eso, pero clamó desde sus butacas, sus palcos, su empatía para resquebrajar aquel inhumano infierno concéntrico. El hueco lo encontró ella, que supo levantarse una vez más aunque cada vaso que bebía para saciar sus fracasos, teñía su lengua de las grises palabras de la impotencia. Los paraqués cubrían los horizontes, los porqués a mí, ahora que todo podía ser pintado, zancadilleaban los pasos exploradores. Pero los dio, con martillos en cada dedo que percutían los yunques de futuros a encontrar en nuevos moldes.

Buscó caminos, los más cercanos, los más recónditos, los más oscuros, los más entreverados y saltando, cada vez más grácil y girando, cada vez con más inercia, en el ultimo momento percibió que se había situado al borde de un abismo. Atrás el mar verde de lo sembrado, delante el mar, golpeando un acantilado, de forma plácida, acogedora. Mar, ahí, mentiroso porque las aguas mecidas escondían las piedras sin alma. Ella, hizo un último escorzo y se giró, y su traje bordó una alfombra en la que nos montamos para sernos, con ella

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Siameses y mercader

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