lunes, julio 20, 2020

La moral del abyecto

Estoy preparado para todo, no vaya usted a pensar que no estaba avisado que aquel señor cogería, la manga para describir el vestido.

Así fue, cuando de forma violenta, desapercibida por mi mujer que estaba en el coche, él se arrojó sobre la que pendía de mi hombro derecho. Yo, hombre de festivales, al principio no di importancia a ese pinchazo que había perturbado mi obtención del dinero del cajero. No, no vayan a pensar que me lo daba gratis. Creo que jugaba con mi  contumaz dejadez para obtener más réditos.

Se fue corriendo y le dejé, en aquellos momentos había ganado las tres últimas carreras y mi estado de forma era fabuloso. Pero que más me daba. Se había llevado la manga recogida en la salid de la prueba. No debiera haber tenido tiempo, pero es que su color y su textura, me recordaban los muñecos con los dormía hasta muy avanzada muy juventud.

Tan era así, que la primera vez que estuve en la cama con ella, siiii, mi mujer. Se quedó mirando y dijo: a ver quita eso del medio, que no necesitamos testigos, ni muñecos que me toque el culo. Así es, de clara, y apasionada

Corría como un poseso, quizás conociéndome un poco y sabiendo que el picor que me había producido, le daría un poco de ventaja. Además todos los obstáculos que me iba a ir encontrando parecían haberse recrecido en mi contra, en caso que yo hubiera querido perseguirle

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Por mí, no lo hubiera hecho, pero descubrí que en su ataque, no sólo perseguían despojarme de mi identidad a través de darle un misterio a aquel traje; además querían crearme un mentiroso, fútil y torticero pasado en mis familiares. ¡Qué podía ser peor si aquellas damas de la moda, daban valor a unos patrones surgidos de un tiempo perturbador!.

Si, seguía pensando si seguirle; ellos eran contumaces, inasequibles al desaliento. Sabían que con todas sus tretas de villano, de mentiras ponzoñosas penetraban en un tipo de individuo que daba más valor a ser "bueno" y "equidistante" que ser honesto.

Sabía, como el personaje protagonista de la novela leída, que si el otro tenía conseguido sus objetivos de trabajo, estabilidad y una vida cómoda, le cedería todos los privilegios a los que él aspiraba, por lo tanto, yo seguiría siendo el perdedor.

Si, es violento saber que la Italia de 1922, en la España de 1939, 1996 cuando la iglesia católica obtiene exenciones fiscales, prevalencia en la educación, poder social, el ser humano, nacido le supone sólo, una herramienta para sus "santificación".

Una trama bendecida por el silencio cómplice de quien debiera sembrar un respeto al otro. Crece porque los límites de quien tiene una moral abyecta son servir al poderoso que no le importa que como sirvientes de librea, estén los más amorales personajes de una sociedad a la que necesitan tener arrodillada



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