sábado, julio 25, 2020

Dar vida al pintor

Señor se levanta somnoliento porque en la noche, las pocas páginas que le quedaban del libro "M, el hijo del siglo", quieren caerse a borbotones sobre las imágenes de una ministra siendo asediada, porque el toreo, en su cultura, clama por subvenciones y por dar un pase natural en una época en que la visión de un toro exhausto de banderillas, rejones y puyazos reclama las puertas abiertas por las que ellos buscarían su paz. Por las que el sueño del pintor cogería la pujanza de su sexualidad para inseminar sueños por los que poder renacer.

Semejanza de un tiempo impuesto por periodistas inteligentes que utilizan la exposición de sus noticias de medias verdades, para hacer dudar e incriminar a inocentes que se puedan poner en el camino. Entonces Giacomo Mateotti, fue señalado porque en su dignidad y honestidad vital, de forma minuciosa, valiente y, por ello, encerrado en terrible soledad por quienes le debían haber protegido y sólo pensaron en proteger su futuro que era aparecer como padre de una patria a la que repudían con sus actos, como el atacante de Alexandria Ocasio repudía, con sus actos en palabras, a la hija a la que menosprecia en otra mujer.

 80 años después, reaparece una noticia con otro periodista, también inteligente, a la vez que malvado y villano, donde la vida del ser humano le es indiferente frente a su poder y su gloria. Se recuerda al policía que descubrió la mochila de los atentados del 11M, que sigue pagando aquel servicio que paralizó nuevas acciones de terror, en forma de ausencia de su mujer que se suicidó y su hija que se desequilibró de forma emocional.

Seres conocedores de su poder ante la sociedad; dañinos proclamadores de esencias  patrias, que encienden fuegos de insensatez, mentiras, violencias, todo para servir sus egos, pueriles y macabros y su servidumbre a quienes, mientras les engrosen las ganancias, con una cierta inestabilidad para favorecer tiempos, aún mejores, van a ser capaces de alimentar y nutrir de fondos, a los instintos criminales que embisten con la parte más dura, insensible por la falta de uso y de darse cuenta del manejo del que están siendo objetos.

 ¿A dónde partiste compañero? El cuadro te espera para que me digas dónde colocar al canalla que brinca, año tras año, como cabra capaz de encontrar siempre los mejores pastos que le alimenten en sus ansias.

 Estar sólo, quizás sentado bajo el Sol, con una ligera sombrilla,  que sin embargo no te protege de personajes que se aproximan, cerrando el círculo para que los datos que podrían proclamar la creación de un reino de las corrupciones o la completa información de aquel acto terrorista, puedan ser apaleados con bastones de los cedros centenarios que cortasteis para asegurar su contundencia o asaetados con las estilográficas convertidas en puñales directas al corazón.

 ¿Qué fue de aquellos que callaron ante aquel cúmulo de villanías?, partidos, con seres humanos que calcularon su continuidad como egregios comparsas de una tiranía, que con su origen criminal, termino dando sus frutos consecuentes.

¿Qué es de esas asociaciones de prensa que callan porque hace tiempo que dejaron de ser un servicio público para convertirse en sumisos y enojados defensores de una libertad de escritura que, sin embargo, ofender a su deontología básica?

Si no defienden a sus posibles lectores de las ciénagas que causan las manipulaciones, las preguntas con dudas que podrían ponerse hasta de su honestidad. ¿Qué fruto ofrecen que no sea para encelar a quienes dejaron su cerebro para que las neuronas les fueran injertadas en forma de brotes de fanatismo a imágenes de ideales, infestados por moscas que les cagan por su uso cotidiano?

El periodismo es bello, si el ser humano que se enfrenta a los hechos, los expone con los cristales que les pueden ofrecer quienes los viven. Nadie pide al periodista no ser pensante y comprometido con sus ideales, se le pide que enfrente lo que sucede con las aportaciones de quienes lo viven.

Puede ser alguien más abyecto que hablar de polvos aparecidos en aquel sitio, cuando podrían aparecer en cientos. Con estos tiempos de pandemia, en estos momentos, vemos que a las personas individuales se les está dando la responsabilidad de asumir sus propias responsabilidades.

 Aquellos acosadores, lejanas camisas negras, lacayos del poder; estos más cercanos, “jueces con convicciones divinas” que se acercaron a maltratar a seres humanos inocentes, tienen su responsabilidad, pero Scurati, en su inmenso libro, muchas veces, avasallador y cruel que te deja impotente ante la vileza de los actos, nos dicen que en ambos casos, había hilos que eran movidos de forma maquiavélica por quienes tenían la facultad de controlarlos.

 Reconocimiento a sus víctimas; buscarnos en los otros para despertarnos en los cuadros en el que damos vida a nuestro pintor.

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Siameses y mercader

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