miércoles, julio 08, 2020

Lluvia de extremos. Tom Waits

Empieza la mañana con un alivio por un cielo que no caerá como martillo, en nuestro cuerpo yunque golpeado por grados desatados.

Algo se barrunta en el ambiente que te anima a trabajar pero con una camisa de fuerza que destroza los senderos por los que te mueves como autómata. La tarde, con carnecruda.es que necesita su tiempo de paz, beber y escritura, nos memoriza en tantos detalles que se nos hace imprescindible su escucha.

El valle, de tantos matices primaverales, se nos ha vuelto ahora, en un espejo de un sol que nos envia sus rayos de moscas perreras, tábanos, abejas avispas que te recordarán donde están tus límites.

Aquí, nos cubrimos con la voz de Tom Waits; su traje sonoro, nos saca a este vasto escenario. Tras el curso, sueños derrotas

Tom Waits y carnecruda

Se eleva la quietud como el agua abrasada entre la mies; el fuego abraza mi incendio interior. Las llamas me encierran a encuentros. Soñé, liviano, agarrar olivos, mecerme con el agua. No vinieron Kathleens. Toqué por tiempos, vientos para penetrar en el atlántico de Lorient, al son de las gaitas celtas, sus aguas y el monitor, corrigieron la trompada de mi inconsciencia, de un cuerpo recién operado.

Seguí la ruta del salmón, a los que encontré por ríos: coincidí con espíritus beodos de piedras, saltos, rebufos, y ayudas de compañeros, sobre todo con lazos, con manos, con cuerpos brotando en las fuerzas del otro.

Viajamos, fuera arriba, fuera abajo, para descender o, por lo menos, descubrir como podíamos encontrar el placer en quedarnos en el mismo sitio. Sus empujes, sus mecidas, sus besos, sus revolcones en éxtasis de músculos adaptables a aguas con las que te acoplas, eterno amante.

 Ritmos anteriores, marcados por tantanes, para unísonos de movimientos exploratorios en la otra, desde sintiéndote amante. Insaciable, por tener un suspiro al que amarres tu fuego.

 ¿Existe la derrota en la soledad?

 En el océano, podrías exponer tus impotencias, pero la sal es inmisericorde con quienes mostrando sus heridas, piden comprensión. Cuando desvuelcas el catamarán; has aprendido que vas sólo, que quizás, con más dificultad, puedes navegar sin foque. Lo bajas, lo recoges, y sales a “valle abierto”, allí abrasadas olas, amenazan, engullirte. Ejércitos de moscas, te exasperan para provocar acciones que rompas el equilibrio; ahora ya no tendrás la motora. Pero sales, porque sólo por abrazar tus giros, con la abrasienta voz de Tom habrá merecido ayudar a Carnecruda.es y esperarla creándote en sueños cada día que veas una “the place of dance” es un viaje a una sala de Berlín, dónde ahora, allí sí, sería engullido.


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