domingo, julio 05, 2020

Epitetos y odio

Sin escucharlo, sin ni tan siquiera oírle, sus efectos los percibo en el veneno de los razonamientos invertidos que se deslizan cual serpiente de cascabel, sonora y venenosa, aunque quisiera obnubilar con su belleza.

Que un mercenario del odio y la manipulación en la información focalice en el otro, lo que el transmite con su mensaje es cuanto menos despreciable para la razón humana, pero claro, eso él ya lo ha asumido y me imagino que tendrá dos reacciones:

  - No nombrarlo, para obviar su existencia contando que sus fieles, son devotos de sus iniquidades

  - Aprovechar cualquier resquicio o de fallo, o de debilidad para con su faca verbal, introducirla en las entrañas para hurgar, sin piedad, con saña.

Una de las primeras veces que percibí, la fortaleza de su odio, la metástasis con las que sus tejidos verbales cancerígenos se habían introducido en la sociedad, fue en una performance de unos artistas catalanes en los que ellos mismos se ponían los grilletes en barras de hierro que estaban en el edificio donde supuraba información la cadena de las verdades apocalípticas a medias.

¿Cuál era el motivo de esa exhibición pacífica de auto encarcelamiento y auto silenciamiento, porque creo recordar que se pusieron cintas adhesivas para tapar su boca?

Reclamar que esa emisora tuviera más respeto hacía el conjunto del pueblo catalán, por encima de los políticos que les podían estar dirigiendo en aquellos momentos.

Impresiona darte cuenta, por unos instantes, porque esas imágenes no creo haberlas visto repetidas, tampoco soy un ejemplo de televidentes, jamás, como a esa actuación, más o menos aceptada, hubo igualmente dos respuestas:

-          Fueron apaleados por ultras de la derecha, que llegaron, en un día laboral, sin haberse avisado de forma previa, antes que la policía.

-          La cadena siguió bendiciendo a sus oyentes, y eliminó a los denunciantes de la actitud, tan poco cristiana de su, entonces, llameante dracodista, no de un tiro de gracia, como el sotanudo manco de Guadalajara, inmediatamente después de la guerra civil, sino pateando aquellos egregios danzantes que habían instalado sus neuronas en los pies.

Me imagino que los artistas declinaron cualquier otro vis, comprendiendo que la anuencia que tenía la cadena con la verdad y el “epítetos” con la información honesta y rigurosa es la misma que tiene la cerveza con el vino, te podrán llenar, pero en este tórrido calentamiento, la cerveza lucha de forma desafiante contra el abrasamiento y el segundo, se alía para destronarte de tu dignidad, por lo tanto ninguna.

El arte, cuando no es comprendido, no se debe dar a las bestias. Existen vacas, que acuden al ritmo del acordeón. No se puede pedir lo mismo, a quien en sus pies instalo el caos, aunque haya artistas que creen a partir de él.

 

Y de aquella porción de realidad que recibí de forma torrencial en aquellos momentos, vestí la desnudez de mi seguidismo de la información unívoca, en su mayoría honesta, que había nacido con la llamada democracia, con ropas diversas, exultante de colores, de apariencia de harapos que poco a poco se fueron pergeñando con su dignidad y esfuerzo personal.

Cuando años más tarde,  su mensaje de excrecencias que pululaba con su pus, me violó de forma impune, en un autobús que a las seis de la mañana tome para bajar a la estación para mi viaje a Barcelona. Entendí que seguía utilizando un lenguaje de carretas tirada por los cuatro jinetes, lo ponía en las acciones de los otros, pero me volvió esa imagen de patas y retraso policial para “corregir” el arte.

Años después, ayer, encanallados sus datos, por la solvencia de sus patrocinadores, judas monetarios, ansiosos de este su cielo, oí otro de sus venenosos epítetos, a una persona que se ha ofrecido durante esta época, a demostrarnos que desde nuestras debilidades, desde nuestros fallos, debemos procurar una sociedad que acerque realidades muy diferentes para una mejor convivencia.

 

Si fuera odio, podría cuantificarse en dosis; cuando, como Scurati en su libro: “M, hijo del siglo”, es, desde el conocimiento, maldad, traición y oportunismo para colocarse del lado de los privilegiados, podríamos decir que está en el panteón de imágenes de quienes prefirieron vivir como bestias, para contemplar y animar desde su cuadro de realidades, las imágenes abyectas del enfrentamiento propiciado por los lunáticos que al contemplar tan lejos, la quisieron acercar, sin darse cuenta que eso provocaba maremotos de actos inhumanos, festín para bacanales, donde refulgen sus tripas ponzoñosas.

Señor de los dragterrodistas

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