Si te vas en esta calle sin salida.
Estoy cansado de despedidas. Ahora que nos llevan a una dulce introducción al Caos; viajé, presuntuoso, en las carrozas de las palabras que no me poseían y no creí tenía que contaminarme con la poesía y la realidad de quienes nos calientan el Sol de nuestro propio idioma.
Hubo un impedimento y el tiempo añadido será para que busque a quienes como Rosa Park nos invitan a los viajes prohibidos en los que la poesía y los quebrantos de horizontes pintados.
Los amos son siempre geniales, mandan a señores que se visten con su estudios y togas pareciendo honorables y son tan esclavos de sus diversificados honorarios como de su ideología que la sacan cuando entierran la justicia, será que quieren que la muerda un ratón, más honesto en su hambre.
Estamos en una calle sin salida y nadie entiende como aún lo pueden hacer peor. Cogen una sentencia y la mezclan de frutas, que es lo ensalzan pero, a escondidas besan con sus labios, los brebajes añadidos, coñac de barrica, whisky de las tierras altas de Escocia; ¡ojo! sólo les oirás hablar de la dulzura del pomelo y las hebras necesaria para una buena evacuación que tiene tal otro vegetal.
Somnolientos y desvestidos prepararon un Frankenstein, con puntadas de belleza hacía la buena labor de la prensa y al condenado Fiscal, que no les debiera haber obligado a rebajarse hasta la redacción de unas costuras que suturen su desvencijado carro de suntuosidades con destrozados dientes de suposiciones y puntadas a podridas disquisiciones que un padre no podrían en su plato, un domingo para enseñar a comer sesos de oveja a sus paralizados infantes por creerle capaz de hacer los mismos con los suyos, mentados por un profesor que dudan de los pocos que tienen.
Pasó una racha de viento, un soplo, dicen los rapsodas, e insufló vida a ese mostrenco creado para ser exhibido en los más exclusivos escaparates de Paseos, sin, Gracia de la cotidianidad.
Quieren que no pase nada, como a la veleta de Robe; ahora si, cuando son retales de maldad, como liberar a un narco; cuando a un pueblo que aún no tiene rey que con su capa tape los corruptos; descubra las empresas que roban sus recursos, financian golpes y lanzan torpedos para encubrir sus bombas de destrucción masiva de la realidad del día a día. Entonces, si
Esa diarrea, aventada por la ventisca de la coctelera, produce una daño que el inconformismo de Jorge, Ilegal, dispara como a la poesía a una paloma torcaz, que lleva ramitas de oliva, pero caga como una condenada y eso, Joan Manel, no lo dice y nos despista cuando nos obligan a ser pulcros.
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