Cuando miro Mari de hacía aquellas sombras que producía el faro del coche sobre los árboles, observó que una persona se acercaba con la cabeza baja.
Ahora ya no sonaban unas melodías, que durante un tiempo y hasta hacía unos segundos, parecían que emanaban de la boca de los árboles.
Algunas eran gigantes y a pesar de haber pérdido, en algunos casos los ropajes de las hojas, daban la sensación de querer atragantarse con tus "huesitos" decían.
Mariano, que era su nombre, apenas levantaba los pies y lo único que destacaba en aquella imagen tan apagada era que, por momentos, salian unos jadeos y unas convulsiones que eran capaces de apartar a algun pequeño animal que parecía seguirle para agradecerle el forestal recital.
Convulsiona Mariano, como sostiene Pereira. Ha encontrado un a verja y no puede salir del espacio que le encierra, le han dicho quienes se encuentran encerrados en el odio al diferente. Más de 20 después a Mariano, cantarin con su propia música le vuelven a decir, como aquella mujer en la tienda de Olga, un barrio obrero, ojalá el incendio de la Riba, vaya hacía ellos y les encierre.
¡Qué tristeza más grande!
¡Cuanta ignorancia, sazonada con la sal del odio!
De aquellos lodos que eran expulsados en forma de diarrea, salieron momentos de quebrantamiento de la convivencia
No les importó, hay gente que se extaxia con el fuego, nada parece haber cambiado de quienes acudían a las plazas para ver incinerar a quienes les habían preparado para que rechazarán.
Aquello se pasó; nunca, cuando existe gente que se deja pastorear como animal; se pasó como dijo Julio Anguita, al que se rechazó por lis malditos apriorismos instalados en mentes, con más Constitución.
Si se cumpliera, habría partidos ilegalizados por corruptos, otros por defender lo contrario a ella.
Aquí estamos, celebrando su ascenso un señorito a caballo, que esconde que privatizada todo que es lo contrario de lo que les da la vida a los que están al otro lado de la Verja que nunca encerrara a Mariano
Patricia Lopez, luchó con ahínco por abrir rasgar esas vallas. No la vieron porque quienes pastorean les invisibilizaron.
Ama, ama, ama, Robe, para escucharte y romper tus propios muros.
Jamás es tarde
Y siempre, siempre, hasta siempre, puedes emprender caminos donde lucen estrellas y esas luces son del color del abrazo, lidias de un mar sonoro Jónico
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