Cuadro de una composición de un tiempo de entreguerras; en un país castigado para la codicia del efímero ganador
Risueña mirada, la efigie de otro cuadro, boca abierta para comer sapos, risa franca, por traidora, como él y labios de un rojo intenso por la sangre que bebe.
Foco del grupo de traidores con puñal. Lo tuvieron cuando llegaba, no les tocó la estructura y ahora, con los amigos de 50 años, equivocados y con los enemigos de su propio partido, atemporales, esperando "tan panchos" y asegurados, en su funcionarado de partido; se inicia el lanzamiento de mediocres a espera que los peces gordos se ofrezcan para la Brutoalización recompensado por los empresarios de tu radical, ni el otro sino mis chorizos del País del Medio. Una especie de macroganjas donde descomponerse en purines.
Un eterno aprendiz se pasea por la exposición en Madrid, del expresionismo alemán entre guerras.
Cuando llegó, decíamos que sabría quienes le habían querido llevar al cadalso y quienes estaban por ayudar.
Pedro creyó que el poder calmaría a las bestias, pero los tiburones ante la sangre, que les incrementa sus instintos asesinos, que aseguren sus barrigas, no respetan la mano que les meció con todos las taras del bipartidismo
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