Así que llegarás a la puerta y te propones entrar en la cueva aunque sea el lugar donde guardan las riquezas.
Ten en cuenta que no será fácil entrar. Siempre han dicho donde hay pobreza no llegan los ricos; donde hay riqueza, aparecen como sin querer.
Enrique mira a tu alrededor porque si hay mucha gente despistada, ocupada en nada, leyendo periódicos, con las letras boca abajo y y tratando de analizar un dibujo inédito de Da Vinci, en un mueble de "Ikeo me cuentas"; ya lo dijeron los Monty Phyton, todos están pendientes de oír las palabras claves para abrir la puerta y quitarte el pequeño brazalete que te han ofrecido y todo lo demás pues el ansia, como el follar todo es empezar.
Enrique que así se llama nuestro héroe, se dirige a lo que que es una piedra compacta e inmensa que sólo se muerte con esas dos palabras desconocidas.
Es difícil llegar, con el obstáculo de algún arroyo, un rebaño en mitad del camino, apenas escondido un tio cagando, ¿será el pastor? se pregunta a si mismo.
Nieves Concostrina avisa a Quique, no vayas por ahí, con alguna patraña de estas de crédulos que te mando a paseo.
Nuestro héroe se acerca a la piedra, piensa que tiene que ser oronda e inexpugnable.
Casi pasa de largo, porque ha empezado a llover y sólo le ha parecido percibir a una pareja en ¿una caseta?
Mira para atrás, ¡ostras si están dentro de una piedra hueca!
¡la madre que me parió!
Cómo voy a mover la piedra si esta pareja tiene a un niño recién nacido entre medias de los dos. Y al buey, ese si no reacciona, cae, muere y se lo comen.
No quiero jaleo
Tiene escritas las dos palabras en un papel. No quiere ni leerlas, pero lleva una aprendiendo un nuevo arte y le mandan que lo que tiene que representar o medir lo tiene que decir en voz alta. Fruto de esa inercia, dice en voz alta
Feliz Navidad
Se oye un sonido horripilante, la piedra se mueve, la pareja sale del hueco. El buey se queda paralizada, sube varios metros. Cae, se desnuca.
Ya han podido pasar todos que andaban merodeando; decenas, luego centenares entran y salen, poco después con las manos llenas de tesoros. Algunos se apañan para llevar carros; llevan carteles con vivas a su tierra, a dios, mientras inmensas riquezas caben en sus inmensos volquetes.
Algunos gritan las palabras mágicas o con tanta dulzura como te deja desnudo ante la difamación o con tanta violencia que provocan en los robos hacia sus vecinos.
Así que Quique sale de entre la multitud, sin nada, pero al menos, a salvo de tanta falsedad.
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