La contundencia en las declaraciones de Ione Belarra pueden ser reveladoras e incómodas de escuchar entre quienes se inflan de globos de condescendencia, pero nunca serán ni injustas y desatinadas a la hora de clarificar los hechos que define.
El zopenco realizador de RTVE que veta la aparición de su comparecencia debía ser exhibido como un miembro destacado en la cámara de los horrores de los censores de la democracia, que eso sí que es guarro en su esencia y definición. No tiene derecho secuestrar el voto de miles de personas; eso, como los copagos y los privilegios se lo dejamos a los Ferreras y otros subvencionados con dinero, siempre público, ¡Vaya por elefante!
No puede alegar que no lo van a creer ni que no la van a entender sus televidentes; si para su desgracia y falta de credibilidad, que son órdenes de arriba.
Quienes siguen las innumerables "tontaassss" y banalidades de los arropados en banderas y otros pertrechos también tienen momentos de lucidez, incluso para ver las gilipolleces e incongruencias en las que estaban atrapados.
El espécimen zopenco tiende a tener una barriga agradecida y una desvergüenza a prueba de derretirse el cerebro. En una televisión plural que, al final, han comprendido se tienen que dar las batallas necesarias para combatir toda la corrupción que subvenciona medios de comunicación desde cualquier Zendal, o la reconstrucción después de la Dana u otra desgracia que les viene "que ni pal pelo" para manejar un dinero como siempre los fraga de turno.
Estimado Señor Zopenco, me importa un comino su carnet y creencias pero escuchar a Ione Belarra reconcilia al ser humano cansado de palabras que se ahogan en océanos de lo hueco, fatuo y floripondieces de nadas que es como te quedas al escuchar a seres en aspavientos y otras calenturas
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