viernes, agosto 22, 2025

Una cabaña

 Encerrado en un bosque desconocido Koldo decide abrir la puerta de un árbol, este generoso agradece que pueda airearse un poco. Ya estaba bien que siempre le considerarán como una cosa más del paisaje.

  Cuando has podido ver las diferentes habitaciones y todo el sistema de distribución de la savia te quedas maravillado.

   Félix, que así se llama el árbol, lo dieron por desaparecido hace un tiempo; pero desde muy abajo, uno de los capilares lanzó un SOS que fue recibido incluso de dentro de la tierra, no le importó que ya estuviera viejo y cansado de enviar sus alimentos desde muy abajo; persistió en ello, con sus raíces y explorando, aquí un poco de agua, ahí una tierra enriquecida, todo lo coge lo elabora y para allá que vuelve a retoñar Félix, ya no le podemos llamar árbol porque anda agitando sus hojas y sus tiernas ramas e incluso este año puede que dé algún fruto que, ya, parecía imposible. 

  Decir hojas es también menospreciar un poco; porque Lisi, Perfi, Luci y tantas otras andan por ahí, viviendo la vida en un frenesí, ahora protegen una de las manzanas; ahora, dan aire a una rama que no sabe si seguir o ya dejar de luchar de lo exhausta que está porque es una de las más viejas de lugar. Lisi, la frota, se tumba sobre ella, la quiere arrullar con algunas de las canciones que le vienen de un viejo ilusionista que ahora toca un instrumento. Entre ambos, y también Filia y Topi forman una banda y para allá que se lanzan en sus pretensiones de formar una banda. 

   La rama percibido el cariño, pone un poco de orden a estas jovenzuelas que consciente de su caducidad se arremolinan y hacen todos los tik toks posibles, con la cosa más nimia que tienen a su alrededor. La rama Ofelia en el fondo sonríe y en las formas suelta alguna pequeña lagrimilla. Ha visto a tantos cientos de hojas, y siempre sus ganas de fiesta, su ilusiones, sus agitaciones preocupadas cuando el viento se ponía un poco violento o las lluvias pasaban a ser pedrisco que procura nutrirles con todo el alimento que le va recorriendo. Algunas, por alguna violencia de las anteriores, no puede seguir sujeta a ella, pero es como si supieran ese fin y entonces le hace un homenaje a quien tanto le aportó, la vida, y a sus compañeras y cuando va cayendo no deja que sea " a plomo" se va meciendo, va recogiendo a alguno mosquito despistado y agotado y les enseña nuevos mundos fuera del tronco y de la rama. 

    Félix con esa hoja también le manda un abrazo a Koldo que ha comprendido la fuerza que eso que parecía destinado a morir, por haber sido sajado, sin embargo, ha encontrado la manera de volver a juntarse y al abrirle la puerta y la ventana, el primero le ha querido mostrar los millones de motivos para la vida que existen en ese bosque.

     A lo lejos, en una cruel cabaña de hierro alguien maneja a esta para que destruya los miles de árboles que existen en Gaza.

    Quien conduce el artefacto dirá que él es un mandado, como Himmler; pero, como aquel, no tiene excusa, porque además se está matando los vínculos con la vida que tenía en si mismo. 

     En la cabaña de ese anónimo conductor puede tocar "a arrebato" para salvar a una causa heroica, lo cierto es que ha asesinado la vida que contenía los olivos y a quienes les cuidaron para que fueron un foco de encuentros entre el ser humano y la naturaleza.

    Cumplir la orden de asesinar la vivo, dantesca tarea del fanatismo que no encuentra vida en el diferente.

     ¡Horro!

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