lunes, agosto 11, 2025

Médulas de humanidad

 Se nos va otro espacio al que me invitaban a ir la semana pasada. 

  No era un "ve y turistificala como un espacio más, del que se toman fotos, del que te imaginas unas escena de sexo en un rincón donde os poseyerais o comerías un plato único.

  Él, que se fue hace años, a la zona del Ocejón, que buscó que su trabajo estuviera en contacto con la naturaleza, te habla, sin parar, de la zona de León, que hace frontera con Galicia, de esas Médulas que es meterse en las entrañas de lo que es otra forma diferente de vivir.

  Los que viajaron, para recorrer ríos de Alpes o Marruecos, como turistas no tienen derecho a criticar esta explosión humana desmesurada por estar en los lugares de las fotos. Como acotación, una furgoneta llena de personas y piraguas, no tienen nada que vuelos, con airbnb, maletita y bocatas para obtener el record del mundo de visitas a monumentos.

   Ese ser entrañable, llamémosle, Nacho, te conmina a ir y insertarte en la Médulas; a encontrar energías, a vivir contigo, despojarte de lo inútil 

    Cuando enciende la mecha de ese deseo de visitarlas, no piensa en las miserias de seres a los que les entregamos el gobierno de esa comunidad. Él sólo ve y anima los encuentros personales, a través del lugar y las paisanos con las que compartirás ese espacio, tan poco valorado.

     Después de otros asuntos que los años alejado te piden tocar de pasada, vuelve sobre ese mismo tema y aquello que era borroso empieza a tener líneas y colores; por ahora, pocos, porque los viajes, ahora, son más internos, explorando las deficiencias y los fallos para llegar a controlar un instrumento musical.

     Quemándose la ilusión y el recuerdo de lo magnificado, te revelas contra la dejación de esos mercaderes, de esos canallas que se ofrecen para gobernar como mediadores entre la resignación de quienes creen que todo tiene que ser controlados por los ricos, y estos, cuando lo son, en gran medida, por sus latrocinios.

     En el recuerdo de esa conversación trato de revivir la pasión por lo sencillo, lo auténtico, lo que alimenta para vivir.

     Desprecias a quien te entierran con sus actos, y buscas otra vez, a aquel compañero de cenas y fatigas para entregarle un abrazo que pueda salvar la pena que le envuelve en estos momentos por el incendio de su tierra enamorada; a esa persona, llamémosle, Nacho, entre las cenizas, seguro, sabrá seguir viviéndola.

      Acompañamos en ese viaje, a los bomberos que se saben despreciados durante el invierno paralizado de actos, que tanto sanaría los montes. 

      Ahora les llamarán héroes, si mueren, les dara margen para fotos en pena, mientras algunos seguirán enriqueciéndose.

      Esperar el renacimiento sólo de los que descubren y escuchan los espíritus de los espacios.

       Tantos Nacho que son quienes harán renacer la tierra con sus semillas de enamoramiento a cada una de las muy diferentes vidas que se desarrollan en estos lugares.

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Siameses y mercader

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