martes, agosto 05, 2025

Tic y mil días

   Cuando parece que mil días serían suficientes para plantarte ante Van Morrison y decirle, quiero viajar en tu música con el saxofón o proclamarle a Jake, "conduciré toda la noche para taladrar con el beso del tenor los cielos en los que me mezclas", en esos momentos, cuando, por fin, coincides en un tic que se te escapa entre las llaves; entonces, te das cuenta que el abismo hasta el encuentro se traza  en los universos paralelos por descubrir y que ese número tan redondo es uno más en los que te quieres sumergir para ir en un batiscafo y explorar los fondos marinos, para saber de las bellas profundidades de la música. 

   Todo, hasta ahora, se te mostraba surcando las superficies de las aguas de ríos y mares, tan cambiantes, tan intrigantes, tan inabarcables y feroces; de las que se salió con algún coscorrón por el vuelco de hobbits o kayak, que delataban tu precaria destreza y tu afán por no parar de descubrirte. 

    Ahora, es el momento de profundizar, de coger aire, no olvidar lo que tantas te han repetido y que al no hacerlo, se cumple de forma matemática lo que no vas adquiriendo.

    Entonces, desde ahí y mejorándolo, inspirar y prepararse para encontrarse tantas y tan variadas bellezas.

    El traje para bucear está hecho de tantos millones de hilos como seres humanos me enseñaron o dieron su vida para que siempre se les reivindique. La escafandra del cristal, con reflejo de aquellas que me animaron, incluso desafiando el ser un patán y de aquellos con los coincidí en las más variadas circunstancias, sin que estas se tengan que vender como gloriosas y únicas.

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