sábado, febrero 04, 2023

Uvas en la encrucijada

 La banca es protegida por el Estado donde está, para ser tan soberbia de devolver desprecio a todas las vidas de quienes forman una España, a la que tanto dicen financiar, aunque sea sólo para su publicidad.

  Ni esta, ni las grandes empresas de energía serían nada sin la protección con una normas que las dan una preeminencia sobre las personas; algunas de estas, las creen dioses que sacian su sed y hambre; curioso creerse enviados, por su esfuerzo, de aquellas divinas exclusividades que no quieren pagar los impuestos que les corresponden. Ponen a tenderos mediáticos que van preparando a quienes les ven, el menú de su sumisión y admiración por aquellas dadivosas limosnas, que en realidad son marketing, con alfombras, para su desvergüenza, de unos y otros.

  Con Jonathan Franzen encuentro otra esquina de la vida del Tom Joab de Steinber. Marion era la madre de Shirley. El padre era un emprendedor que soñó la grandeza en un sistema capitalista. Invirtieron en cielos y estos cayeron como trozos de hormigón en la familia de Tom; los especuladores con vara para equilibrarse en un estado fallido, fueron destrozados por la lucha de canibales económicos. Sin el dios dinero, nada tenía sentido.

  Enric González, punzante como una avispa, con una ironía que debiera deshacer las edulcoradas estructuras de un mediodía capitalista se fija en esos dos grandes conglomerados. Europa castiga a Rusia, lo pagan los ciudadanos y se enriquece las máquinas del capitalismo que tienen engrasado a un periodismo inhumano que no les importa el "sólo si es si" de las mujeres, sino desviar la atención ciudadana sobre su empobrecimiento porque existe una banca y unas empresas energéticas que se creen con derecho a ese dinero pagado por los pagadores y eximidos a ellos.

  Tom Joab se enfrenta a los guardianes, como nosotros debiéramos hacerlo contra esos pistoleros mediaticos que nos ponen la mirilla en lugares lejanos a esos beneficios impúdicos. Son recompensados, como sus directivos con grandes pagos. La dignidad, como decía Wyo, sólo la tiene, los samuráis. La riqueza que les mean les hace un efecto afrodisíaco para manejarse en la vida.

   Joab y Montero le dicen a ese padre, creyente en alcanzar al cielo capitalista, que podrán ser atacados, pero sus muñecas unidas, a las de otro, crearan una tela para sustentarse en la caída y en la lucha. Al padre, le dieron pantallazos del poder, pero no de su coste. Sin ese mallazo de los otros, la caída es al vacío 

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