miércoles, febrero 22, 2023

Open Arms, salvar raíces

 Como si nunca hubieran sido, como si no fueran, como un diluvio en el agua. Se hunden sus cuerpos en el mar"; partes de una poesía de Javier Gallego. Completa, debajo

Como si nunca hubieran sido, Javier Gallego

  Un barco amarrado en el puerto de Barcelona, sin un papel necesario para salir a navegar,  Gobernantes que no quieren líos. 

   Seres humanos que abandonan sus casas, sus vecinas, sus hermanos, sus padres. Cercenan sus propias raíces porque estas se quedaron sin alimentos con los que sobrevivir. 

   Salen de sus lugares de seguridad, y se convierten en refugiados, erráticos hacia algún lugar que, dicen, les promete nuevas oportunidades. 

   No, no salen como los productos de su tierra, bien empaquetados, bien acomodados; quizás, ellos mismos, dias antes de partir en un viaje incierto, ayudaron a extraer el producto, a portarlo sobre sus espaldas, que, hasta quebrarse el horizonte, han llevado alimento a sus familiares.

   Recorren cada metro, alguno en días, golpeados por el Sol, las piedras, también la codicia de quien quiere hacerse rico, pisando seres humanos.

   En una orilla, quizás ahí en Tánger, el poeta se impregna su alma de manchas en sus latidos, el pintor traza brochazos de una desesperación. El último esfuerzo, el último pago, el último suspiro se diluye en el agua, como gotas de lluvia. 

   Allí el mar puede ser salvaje, como quien les espera para que les recolecte sus codiciosos productos, porque se han convertido en nadas, como si nunca existieran. El líquido elemento, en días sin luz, olas de molinos gigantes, que amenazan arrojarlos a los fondos, tétricos. Cuerpos sin vida batidos por corriente, desteñidos de los colores de sus amores 

  Las gentes del Open Arms, se preparan en tierra, primero para no ser abatidos por la burocracia de los países que no saben dar respuesta a las vidas, que ya nacieron. 

  Tienen Brazos Abiertos, para acoger sus penurias, su fatiga infinita, su destrozada mente que vio tanta kilómetros de muros de clavos, olió el odio, escucho tantos desprecios, saboreo a los desechos que les arrojaron porque les avisaba de que aún tenían pulso. Imagino tocar esos dedos que les dieran un pizquina de sudor para volver a sentirse humanos.

  La tripulación quiere partir para ser eso, capitanes y grumetes que den nuevas oportunidades a quienes con nuestras ruedas de cotidianeidades les diluye como un ácido a sus huesos.

    Burocracia, gobiernos, piratas en tierra para robar vidas a quienes ya les despojaron de sus pálpitos enraizados en los abrazos de lo conocido

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