Bach, con este estoy muy enfadado. Había tocado, al menos, 30 veces la Gavotte. En mi mente pedía ya, un segundo libro y pista libre y sin embargo, la caída por la cima ha sido apoteósica. El profe me ha puesto ante lo que debo hacer: amar que estoy a punto de cumplir cien días tocando el saxófono y disfrutar de cuando escucho a una persona que lleva 25 años tocando y produce una belleza inaudita; a veces, eso parece poco, pero es un privilegio.
La Gavotte se ha ido hundiendo, como el extranjero de Camus, en muchos pequeñas caídas; quizás la más estruendosa ha sido la de esta noche, con una cama que ha perdido dos patas y yo el sueño.
Parece existir indiferencia ante el mundo que se cae. Ante un cataclismo que merece la atención de quienes actúan, porque eso es lo más importante. La otra opción, es una teoría sobre como obligar a un pais al que la Comunidad Europea subvenciona para que retenga a los migrantes que nos molestarán, para que sus normas de construcción tenga en cuenta que están sobre gran falla que se moverá de forma periódica. Para que la corrupción, no provoque esos asesinatos de constructores sin escrúpulos y funcionarios corruptos. Todas estas elucubraciones pasan a ser una absoluta estupidez enfrente de gente que tiene la capacidad de movilizar a una sociedad para que sea proactiva ante las desgracias. Como en Amancio, seguro que encontraremos a personas que tienen acciones en empresas de armas y que les rentan lo suficiente para que pueda hacer esa piedad sobre el empobrecido.
Nombrar esto, no tiene ningun sentido, lo que existe es la destrucción y sobre esta se debe actuar. No existe nada más que comentar. Sin ironía, con reconocimiento. Lo otro sería un fracaso y recostarse una miseria que no salva vidas porque, no sucederá
Cuando andaba por el do resi dore mifa solmi fare mi y aquello amenazaba con una impotencia incluso en respirar, se venía a la cabeza la maquinaria de guerra que te permite destruir una construcción necesaria para un Estado, incluso aliado, amigo entre países, es una entelequia, porque las empresa propias ganarán ingentes millones de dólares y padres con amor a un dios, recibirán dividendos y soltarán otras dádivas que les laven su mente, y aun pueblo amante de las obras exhibidas, le habrás ganado para siempre.
Por lo tanto, actuar es ganar, porque a esos maquinadores de ganancias les siguen soldados, militares o civiles que creen defender la grandeza de un Estado, pero engordan las peanas de sus amados santos.
A estos, en sus televisiones, mercenarios les eliminan quienes muestran sus miserias y les llevan canallesca, que existe como la hubo voluntaria para invadir Polonia.
Ahora, en este instante viaja una manta que cubrirá el cuerpo que alberga unos ojos verdes que hace días sonreían a un padre que navegaba miserias y a unas hermanas a las que arropaba como una Carmen, la memoria de Bizet. Nada más necesario, nada más humano
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