Nadie cree que todo lo sucedido ha podido ser verdad. Nunca ha aceptado que su nombre pueda ser una forma de negación de algo que no pasaría.
Los dos han caminado durante años, con la cabeza alta, por todo lo que habían vivido. Cabal imagino que las imágenes que se le grababan en su mente habían sido tallada por un río que, en su momento, manaba a borbotones como para celebrar la obra de aquel herrero que había decidido trabajar sobre una maqueta, que desafiaba a la gravedad.
Cuando descubrió que Nadie insistía en ser un ángel volador que era pasar de atisbar todos los suelos con sus rugosidades de jugadoras de póker, le dejó hablar pensando que Nunca le había aleccionado sobre los eternos inviernos en los que los días se refugiaban en las sábanas de las noches para apenas sacar 4 pelos y los pies, que habían sido calzados por calcetines de colores, que tenían redes de ledes para avisar por si venía el frío para que no se quedará.
My odds are stacked
Cuando comprendí que era verdad lo que Nunca había dicho. Yo, que pensaba, que Nadie tendría que salir de aquellas noches que forraban para atrapar las ideas que invernaban en las cavernas, descubrí que se había acomodado porque las luces de su pies se habían dejado seducir por aquellas que andan por las carreteras, parpadeando como ofreciendo un productor mayor, pero que al final sólo espera un pago por la transacción de dinero por una carne a la que la han despojado de horizontes, flores, y unas manos que explore la sangre que fluye como buscando besos reales de mutuas satisfacciones.
Nunca contempla un panorama de letras juntadas para ser esos carteles fluorescentes de colores que a golpe de banners invade la cama invernal donde Nadie cree ver un mundo, encerrado él en los tenebrosos laberintos que le muestran como avenidas
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