Estamos fuera de un tiempo en el que el relato viene impuesto por un quebrantahuesos que como un ángel lleva anunciando nuestra pequeñez y la frugalidad de la existencia.
Al desplegar sus alas, una nube se cernía sobre nuestra cabeza.
Cuando pedimos un polideportivo para ampliar las posibilidades de nuestro alumnado, oímos el resoplido de quién siempre niega ni la más remota luz para que no tropecemos en el graderío.
Después de 20 años, con la misma monserga de Septiembre las nubes tienen las alas del gigantesco pájaro que amenazan traer chubascos con sus babas sanguilonentas que lanzan un aviso de cómo quedaron sus otras víctimas.
Soñamos que, como un día destruimos otras paredes de otros cúmulos, hoy tendríamos la fuerza de abrir brechas entre aquellos lúgubres presagios. Hoy, los tiempos son de cuchillos y las palabras de ponzoñas.
Quién se siente atacado, en una poltrona que quieren hacer hereditaria, ha visto juegos de tronos y te lo hace saber.
A aquellos que vimos "yo, Claudio", con un espasmódico movimiento de cabeza, le lanzamos una mirada que tiene que ser como un rayo, en rapidez, porque enseguida, en el viaje del movimiento de la testa, puede viajar amenazante a la cabeza de mi suegra. Esta, siempre he sabido que se revuelve para convertir mi gesto en una caricia de los gatitos que hoy, bajo mi balcón, esperan su comida. Siempre tuvo la capacidad a eliminarme con la suavidad del filo de su indiferencia.
De aquella otra mujer, en la sociedad de la competitividad, percibo que en sus pasteles con los que se despide en nuestra entrevista están inoculados los venenos de Connie, pero sería difícil tomarlos por haber salido de esas óperas sociales. A cambio buscarían inocularlos en las plantas que acarician mis piernas desnudas que luchan por superar las sendas, atrapadas en las cuerdas en las que se van convirtiendo mis músculos.
Intento, pues, no quedarme quieto por si, descendiendo, su primer picotazo lo llevará dirigido a mi sexo, vamos polla, ahora que he iniciado mi relación con una coneja ninfómana, que me ha dicho, ella, úfana que tampoco es cuestión de reiterarse a la hora de describirla.
Si un día, porque descubriera que tengo un mayor control de mi esfínter me reuniera con ella para obligarla a dar un sí, porque a cambio, yo hubiera sido capaz de producirla una cestiti. Los pueblos siempre caen rendidos ante los contenidos por encima de los incontinentes.
Un polideportivo descubre las flaquezas de ser poco ante las grandezas de las estructuras y grande para crecer desde ser casi nimio
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