Fuí más seguidor de Carlos Llamas; no comprendí tanto a Jesús Quintero.
El tiempo se fuga y con él los recuerdos. Dice una voz juvenil que le costará no verme por el insti. Charly, le llamaban sus próximos, se enfrentaba al micrófono para ser honesto, una máxima, dicen, también que defendía el loco.
Por aquellos días, una Maribel me concedía el privilegio de poder escuchar la radio. Pero existen momentos, en los que la entrega a la otra, tiene que ser total. No sé si con el tiempo lo supo valorar; cuando estabámos juntos, en nuestros encuentros amorosos quería ser ella, para que disfrutará en nuestra plenitud.
Si, no dejamos que entrarán más que nuestros sonidos, pero el periodista Llamas ya había abierto grietas por las que penetrar para conocer lo que pasaba. Tenía, ya sus comentaristas, los sabía manejar para que Mendo, no inventará una realidad nueva, como había sido el relato de la bomba de Palomares; a Miguel Ángel le daba cancha, pero le iba encerrando para que no se escapará a Úbeda.
No le dió tiempo a ver el estallido de la burbuja económica y financiera; ni todo el salvajismo que se ha utilizado hacía una formación que ha logrado que no se produjera un estallido social, pese a que otros periodistas que dicen ejercer su misma profesión, se han convertido en abyectos canallas al servicio de millonarios intereses.
Veía estos días un video de Jesús Quintero en una de sus últimas intervenciones que escribiría un libro con algunos de los hijos de la gran puta que florecen ahora por los medios audiovisuales. Le intentaba moderar Alsina, ¡como si estuviera para eso!; lo quería hacer con él y no era capaz de situar aen la realidad, algunos de los que él intenta entrevistar y se convierte en un lavado a medida de quienes acuden a su platea de dorar la pildora.
Nos iremos del insti, como se nos fue Camarasa, en un día, en el que nos celebrábamos, tras muchos años. No le he dicho a la alumna que la semana pasada fuí allí, donde Raúl cayó fulminado por corazón, que estaba lleno de mucha empatía y mucha entrega. Acudí, porque me había visto incapaz de motivar al alumnado y me veía abrumado.
Comprendí cuando bromeaba con mis pasadas de rosca; como cuando metí a Castilla, que apenas se sujetaba en la piragua, para que ayudará en la prueba del triatlón o en este mismo, yo me metiera en medio con una prueba que comenzaba. Se reía en aquellos momentos y me lo recordaba y este pasado martes, cuando todo mi mundo académico se hundía comprendía que aquellas meteduras de patas tenían una importancia relativa y mis incomprensiones de los momentos de los alumnos, también.
El silencio de aquel espacio lo había celebrado el Loco porque detrás había muchas risas, encuentros y caminos en los que nos sentiremos acompañados.
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