Uno. No somos los Hunos.

 He votado. No me importa lo que hayan elegido los otros. Si, quizás esos que se consideran maduros, para dar su confianza a corruptos, filibusteros o aprendices de psicópatas. Sé a quienes hacen el juego los partidos que son sucursales de los poderosos.

  Soy uno, perdedor en mil batallas, casi un nadie, cuando a estos, los nombran de forma continúa y los utilizan como clientes, como potenciales compradores de productos o narrativas apañadas.

  Alguien, alguno quisiera situarme como un Huno, como a Patrisse Khan- Cullors o Asha Bandele, por defender que el estado no tiene que estar en manos de eléctricas o petroleras que crean caos en la sociedad.

   Para eso soy un Uno, sólo, pero no poco. A una eléctrica no la he votado para que tenga a mi país, atado a sus beneficios. 

   Reclaman libertad pero es sólo la suya; sus ganancias, su capacidad para encarecer no sólo su producto, sino todos los demás. 

    Quieren influir en la sociedad como las figuras hechas con piezas de domino que solo capaces de derrumbar todo un escenario por las conexiones que existen

   Si no fueron votados, esos unos, ¿son ello Hunos? 

    Con sus Medias, subvencionadas con la compra de publicidades, muchas veces, engañosas. "Somos los más verdes, pero vaciamos pantanos y privilegiamos el uso de energías fósiles.". 

    Con sus políticos de puertas giratorias a los que elegimos, para que tengan responsabilidades ante nosotros, pero cuando terminan les eligen estos Hunos, y no nuestros votos, porque ¡oh! libertad y buena voluntad, como vamos ahora a poder fiscalizar los actos en una empresa que influye sobre nosotros.

     Con las declaraciones de los prepotentes que son enriquecidos para que, sin complejos, puedan advertir a los políticos del peligro de quitar los privilegios a esas empresas.

     Somos los Unos, a los que nos asimilan con violencias visibles, mínimas, pero mediatizadas, maximizadas, enfrente de quienes destruyen el tejido social. Lo describe muy bien Owen Jones, en "Chavs". Aquellas políticas de la desacomplejada Margaret Thatcher que volaron el tejido social de las ciudades obreras. Ella irresponsable. Ahora la ponen calle, quienes se saben irresponsables, por tantas telas de arañas tejidas dentro de la sociedad.