Han entrado en el centro comercial, 6 interesantes seres. Uno, de forma inmediata ha descubierto que el caballo del tíovivo estaba de esa manera, se ha montado en él, este ha empezado un galope y cuando creyeron sus compis que frenaría, animal y el otro; el primero saltó, atravesando vidriera, abierta, escaleras y la vía de subida, ya que han bajado de forma ordenada.
Uno del resto ha pegado un grito en medio del pasillo y la pasta que iba a empezar a cocer en un gallego, ¿Qué hace una pizza en un restaurante de El Ferrol, si no es alimentar a unos jóvenes alcarreños desterrados?; pues estas harinas se han juntado, se han ido soldando y al final, en forma de pértiga se ha ofrecido a la Isinsabeya del grupo. También, con una pequeña carrera y desde la azotea, a la que apenas llega una brisa de un río tragado por tanta civilización, que nos consume y coloca, pues ha aterrizado como ha podido y por el lado bueno de la vida. El brillante, no.
Lo chungo ha sido para las restantes cuatro personas. Se han encontrado en una amplia sala. Había dos sillones y han querido empezar una discusión a ver quién tenía más derecho.
Los sillones han tomado forma humana y con un libro han mecido a quienes se habían acomodado a ellos.
La lucha ha sido sin cuartel. Los dos desubicados humanos, aún recelosos por haber perdido su asiento, sin ningún viaje interpuesto, han percibido la gravedad de la situación. Han querido sacar a sus dos amigas de las garras de sus pacientes butacones, envolventes y de mucha labia.
Se han visto perdidos en un momento determinado. Una lanza, llevando al caballito en la punta, ha subido por las escaleras mecánicas.
No hay nada que añoren más las sillas, esos pinchos tan bien elaborados por los camareros, de aquí, entendiendo que un centro comercial es apátrida.
Al fin los seis, se han juntado en la fiesta de este sábado del Rincón Lento. Demasiada locura en los centros comerciales.
Les pides una comida vegana y como en un instituto, su certeza de calificar a quienes no son como ellos u ofrecer que aquí sólo hay una comida, lo demás excepción. Inicios imperativos. Toda una vida, quizás.
Ve tú a decirles a los del parque, que has montado en un caballito. No te creen, son gente con pies en las nubes, van sobre rayos y truenos, cosas cotidianas, para vestirlas de miradas, encuentros, todos ellos sembrados desde los surcos que riegan los besos y las incertidumbres, que si, que sudan, pero encuentran los manantiales ocultos.
Exploradores por esos túneles, por si algún animalillo, habitante de esas plantas quisiera encontrar otro lugar para sus festines
No hay comentarios:
Publicar un comentario