viernes, junio 24, 2022

Calcinado

  A la montaña la miro desde su regazo. Me abraza y me arrulla. Quisiera retenerla pura, como si al visitarla, nadie más existiera. No cuento con sus deseos; ella que es de mestizaje y así la viste el tiempo y nuestros abandonos 

 Empiezo la huída, si la devuelvo un beso de intereses, brilla cada palmo como si lo frotaran; tengo miedo, de ahí salen las chispas que lo pueden hacer crujir. Despierto para buscar alguna sombra, recorro sendas abandonadas y como Loquillo, yo para ser feliz quiero un tractor. Uno, oruga y con él iría, otoños e inviernos, limpiando cada matojo, cada posible causa de incendio

Para seguir siéndolo, haría un curso de mecánica y de electricidad y cogería los rayos para recargar las baterías y decirles a los indiferentes, si y a tu tía. Y no habría una que no estuviera, con el Te Recuerdo Amanda, aunque los infiernos hubieran calcinado los pastos porque ya el agua se escondiera de tantos calores dados. 

 No tengan miedo soy chamán e invoco las aguas, para sacarla de sus cobardias o de sus filtraciones por los huecos donde hemos extraído los gases y los hemos mezclado con los infiernos para las futuras explosiones que serán de ira y cerrados por los idos, que no son de inviernos, ni tan siquiera los de verano que parecen se mimetizarian.

  Y llegaron los vientos para que nos insemine la nada y esta nos llena porque en cada ceda los nadie no se asoman por las ventiscas de miedos, de quedarse como estamos desnudos, pero a nosotros tienen la osadía de decírnoslo. Estáis sin nada, y sin nadie que fuera vuestro soporte, ni en eso el viento se calma

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Siameses y mercader

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