Queda todo quemado, pero no comprendes cuándo volver a empezar. Lo harás, pero necesitas saber cómo hacerlo. Te dan muchas ideas.
Todas son bajo el mismo patrón. Alguien mueve el madero, te enfadas, estos tableros te han dado siempre mucha seguridad. Insiste y se los lleva. En la otra orilla ya están algunos de los tuyos. No es cuestión de poner más excusas. Te tiras y nadas con la ropa fuera del agua. No está ella, nadamos juntos y vimos el mar de nuestro entusiasmo. Nos secamos con los besos.
Cuando llegas te miran. Tu desnudez ya no la sientes. Les pusieron un puente y aceptaron someterse.
Se lo dices, aunque sus trajes sean de seda. Te pones las zapatillas y empiezas un diálogo. Quizás un soliloquio. Ya les has oído demasiado. Siempre en los mismos platos y cortados con los mismos cuchillos. Prefieres descubrir un lugar para verlo todo diferente y lo encuentras.
Sabes que alguien se cuelga por si te puede atrapar. Son asesinadas otras dos mujeres. El ejecutor parece sacado del libro de Preston. No ores por nosotros, líbranos de los que te poseen para justificarse.
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