Marcos había aprendido a construir los mundos que les proponían desde su atalaya rodante con el que repartía "las chuches". Los que le atienden, los que ven ya sea andando más que corriendo parecen obnubilados por su omnipresencia.
Su familia procedía de Iconte, cerca de lo que hoy es la parada de los animales. Allí, como en una rave, coincidian aquella, la más variada de una especie que está por desarrollar.
No podemos negar que, a cambio, la belleza de sus plumajes quita el hipo para quienes han aprendido a despojarse de alguna de sus pesadas capas.
Tiempo hace que todo ello se ha ido olvidando, la nueva primavera parece nacida para crearte en alguien nuevo, como si los tomates antes, no hubieran tenido sentido. Fue, quizás, el pimiento el que nos hizo aflorar sabores que permanecian en un lecho de rosas.
En la guia laboral se volvía a hacer un homenaje a un Largo Caballero. Su efigie había sido vituperada por los servidores de los empresarios, esas especie animal, que habla de pagar menos impuestos, para que la muchachada feliz vaya cayendo en sus redes de comisiones y de precios disparatados, una vez allí, sin poder escapar, aunque libres por haber ido solitos con sus cebos de imágenes celestiales.
Caía de bruces algunos de los redactores y cerebros de ese necesario libro para quien tiene un trabajo, cuando en la televisión, se había mostrado a un trabajador, con su mono azul, ¡¡su mono azul!! dando martillazos a la imagen de quien había luchado por darle derechos. En los dibujos animados de mi época, la imagen era aún más gráfica. Nuestro inagotable trabajador se subía a un trozo de paraiso y poco a poco iba oradando todo el entorno, hasta que en el último momento se daba cuenta que se había quedado sin tierra por la que salir, y sin nadie que, alrededor, le pudiera la mano y servir de ayuda.
En aquellos comics encontrábamos la exageración como motivo de sonrisa. No sabíamos que aquellos dibujos eran, como para Woody Guthrie su guitarra, una instrumento para matar el fascismo.
Aquellos días, aquella persona que trabajó desde los 7 años y se formó con sus inquietudes para aprender a comprender lo que era él como herramienta para servir a un capital. Fruto de aquel esfuerzo para salir del círculo creado donde vivir en él, el resto de su vida, cuando pudo llegar al poder, sobre todo, en el ministerio de trabajo, empezó a dar forma a una guia laboral que tuviera en cuenta muchas de las situaciones y necesidades que vivía la clase trabajadora.
Existe el relato, de aquel tiempo que yo no he conocido bien, donde me situaba a aquella persona como alguien de ideas muy radicales, que no era nada flexible. Al seguir cuestionándome, de aquel me dicen que tenía muy claro que lo que no se consiguiera en aquel momento, no se podía esperar que alguien te lo fuera a dar luego, como regalia.
Los tiempos están alejados entre sí. No les gusta la narración de los tiempos actuales. Esperan que haya un altavoz sonoro, mediático, maravilloso que sirva de aldabonazo al personal que se dará cuenta de la importancia, a la vez que dureza de haberse enfrentado a los dueños del relato. Creemos que los mismos riesgos de hoy, no son los de entonces. Y a los de hoy los creemos, soberbios, como pareció entonces a los bienpensantes de entonces. A esos a los que les dan bola, no porque les quieran respetar, sino por lo que sirven de enfrentamiento entre ideas próximas.
Tallo con la escopla de mis palabras el homenaje de un trabajador a aquel que redactó mi visualización como ser humano a respetar.
Que esto le sirva de modesto homenaje a su trabajo, el ministro que arriesgo y a la lucha, que tiene que encontrar compañeros de construcción de una sociedad de respeto y no servidores, sumisos, agradecidos por migajas. A estos, que les alimente su villanía, como a los somatenes, sus amos
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