viernes, abril 22, 2022

Delibasic y el haz de luz

 Gervasio Sánchez toma una foto desde dentro de la biblioteca, destruida, de Sarajevo. los libros han sido quemados. 

  En un margen de algun libro, quizás, quedó el sudor de Mirza. Un escritor elige palabras con las que te insertará en vidas que no hubieras soñado vivir. Un jugador descubre los huecos por donde pueden entrar en un círculo pequeño, gigantes, pelotas, ahora de tenis y posibilidades que parecían encerradas en los imposibles.

   Al amanecer, una periodista renombrada, premiada, ganadora de la lucha de ondas ironiza sobre la política que reclama diálogo por encima de la venta de armas que toda las empresas te agradecerán como movimiento económico para una sociedad que, a cambio, cava sus sepulturas. Nadie se hará cargo de esos pozos, de ahora, nada; antes  con realidades y sueños.

  Los sádicos echan el ácido del odio a los ojos del entendimientos de quienes sólo oirán proclamas y diferencias. Estos convertidos en animales, que se ven como seres humanos, contemplan a los otros como fieras a las que ya pueden matar. 

  Intereses de monstruos que protegen a las mentes sangrientas que lanzan estímulos de odio. Ninguna relación se puede tejer, cuando sólo se fabrican tijeras.

   En un tobogan, una mirada de mil vidas, lanza su dignidad para respetar el dolor de los lazos rotos con quienes compartieran la telaraña de un mundo posible de hilos diferentes.

   No son las armas, es la nieve blanca de su patria querida, enraizada en el espacio Sarajevo la que nos dará fuerza para las renuncias del egoismo y la entrega a los otros. Quizás estemos viviendo junto al abismo que nos lo impide.

   En su lápida, él esculpió todo la que la humanidad necesita para encontrarse. Su luz atraviesa las nubes de los días que se escapan

   

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