Esperando las hormigas, viajo por la vidas de santos; esas cosas me pasan, la glorificación de los Monty Phynton es mi intento de tomarles sus tintas internas que fueron escanciadas para descifrar las claves de un mundo que afirman es normal.
Los golpes con los que fustigan quienes hablan de la meritocracia son manejados por aquellos que han tenido la posibilidad de ensayo y error, sobre error pero que han sido tapados por pretéritos que pudieron tener a la traición como germén de lo que son ahoras, los proclamadores de sus excelencias.
Sus humos, en los días de viento, se revuelven, como los de la casa que se inunda de lo que el cancerbero al borde del tubo se encarga de revertir.
Salen étereas las excelencias para que se derraman por los aires de una sociedad anclada en lo inmediato y trata de exparcir las bondades de sus orígenes. De repente, porque entre esas élites, a veces, se pisan la manguera, se descubre la misería de sus materiales de construcción.
Un día, cuando todos olvidamos que los secuaces que fueron acompañando al gran tenedor, se fueron diluyendo en vidas de traición a su igual. Es en ese momento cuando vemos que su descendencia siga alimentándose de aquellas traiciones y de sus títeres que siempre han ido disponiendo que intervengan en política para su servicio.
Los buscan desvergonzados y les prometen que tienen tantos resortes regulados por sus instrumentos que no deben temer porque alguna vez se descuaraginde su mullido catre, al que han revestido en su cárcel de sueños. Ellos les protegerán.
Como en la mentira de sus orígenes bíblitorios, algunos de sus sirvientes descubrirán que sus amos, cuando son descubiertos en su traición, pondrán la cabeza, pero no la suya, sino las de sus servidoras; esas si que caen con el estruendo de la desesperación de sentirse nada, un inframundo aún más bajo que haber sido serviles.
Los dioses premian con camisetas y portadas a quien ha sido la más fiel defensora del corrupto. En los suelos, aunque se crean quienes traicionaron ese silencio mafioso que es una pared noble, están las cabezas de los chivatos. Cuando ya viven una vida de sumisión a las migajas que les van dando. A veces se extrañan que sus cabezas sean golpeadas. Poco a poco se van dando cuenta que es un suelo, por donde vagan las mentes amansadas por el gran Terri. Como para demostrarle la contundencia de su inmunda bajeza, golpearan con fuerza a quienes les digan.
Cuando quieres salir al cielo de la bajada de impuestos, estos días de ventisca vienen bien porque se revuelve el avispero que te vigila y entonces puedes ver cuales son los impuestos que se van bajar a aquienes les va a afectar, cuanto se dejará de ingresar y que cosas se van a perder. Si se percibe que una patria del primero al último, ¿Por qué se siempre tan sumiso con el poderoso y creerse tan fuerte con el que tiene una debilidad?.
Los vientos fuertes vuelven las miradas que empezaban a descubrir como llegar con ceñidas, al origen de sus carencias. Los aspersore mediáticos, llenos de glamour, contribuyen a las cegueras, que son odios que dan "palos de ciego".
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