No somos muy promiscuos, la verdad; ni las gallinas, pese a su mala fama. Ni yo, también, con mala prensa. Estaba mañana, de hecho, estaba en la estación República y han acudido multitud de ellas. Siempre hemos tenido buena relación. Yo, intentaba jugar por la banda, derecha. Intenté recorrer la izquierda y allí había muchos tikismikis: entrénate más, maneja el extemodric, levanta la cabeza, ten lectura más profunda de todo lo que sucede.
Debo reconocer que un sin dios. Cualquiera se reconoce sin él ahora. No respetan lo que dicen que dijo, pero en el escaparate le tienen todo el día y si no procesionando por calles privadas; para todo sirve, siempre que haya una ganancia pa' la saca. ¿No son para quererlos?
Ellas, por el contrario, al salir a la luz, son más de picar aquí y allí. Algunas encuentran ganancias hasta en el lazo del zapato y fíjate que tiene trampa pero meten la cabeza, tiran del extremo y ahí las tiene lanzándose a la piscina de forma harto aparatosa. Tú, con la vista señalas donde están tus manos. Nos las levantas porque ella te señala como agresor.
El caso es que entre tanto pio aparatoso, todos parecen apiedarse de su situación. Aún sigue con el pico tirando más y contoneándose con más estrépito. Tú, ya no sabes que hacer. Cantas "te alabaré, gallina te alabaré" pero no parece tomárselo a bien.
Un poco de sarcasmo veo en tu voz. Yo ya no sé qué hacer con esta gente. Estás observando que la cuerda es sujetada por la otra gallina, volando por mor de su libertad, comprada en zendarajas. Le adviertes que no eres tú, pero como en "rebelión en la granja": se hace el muerto. ¡El padre que la engendró", te dices. Las manos a la vista, está señalando su amiga que le ofrece la horca, está cogiendo la paja del grano y te ponen a tí, uno de estos en el culo. Cualquiera se sienta. Así que en esta situación te vuelves amaestrador de pollitos. Estos juegan, por ahora no vuelan, pero se suben por la cabeza y como la tienes como la tienes, se aposentan y alla y aquí que se tiran horas.
Pero tú, te replanteas salir fuera. Tanta gallina suelta dan para un circo pero después de cuarenta años, que las vieras volar, es algo que no podías imaginarte
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