Vuela una carta hacía un destino que no tiene abierto el buzón. Llaman sus palabras con aleteos, sueños a mares que nunca estuvieron en calma.
A mi la letra me suena, como cuando mi mujer me escribió la de despedida. Me sentencio: "hola cari, como sabía que te costaria llegar a casa aquí te dejo la carta que te ha dejado tu psicoanalista"
Eyyyyy campeón, ¿qué tal vamos con esa autoestima?.
- Nada te dejo aquí unas ideas para que cimentes tus propios pasos.
Antes de todo lo siguiente, que se me olvidaba, nunca dejaré de agradecerte lo suficiente la oportunidad que me diste de dirigir tu recuperación ............
En fin, no es cuestión de alargar toda la pesadumbre que me fue añadiendo en cada una de sus mensajes profilácticos y motivadores , a la de haber visto a mi mujer montando en el coche de él.
Cuando les ví, estaba jugando al baloncesto en la cancha de basket del barrio, pensé que venían a por mí. Cogí la toalla, como hace Nadal; que, a veces, a mis años, cuando meto un triple me motivo y exclamo eufórico: ¡¡¡vamos!!!.
Eso era, al menos, lo que siempre me había recomentado hacer Rigoberto, que así se llama el capullo.
Cuando, emprendí el viaje hacía ellos, dejando correr una gota de sudor por mis mejillas, consciente de las palabras de valoración que harían a mi esfuerzo. Al ver arrancar el coche, tras ponerse el semáforo en verde y ver que ella sacaba su mano hacía fuera para levantar su dedo medio, a la vez que acercaba su boca al cuello de Rigo, como le llamaba los últimos días, comprendí que empezaba un nuevo viaje.
Mira que es un poco loco pero leyendo "lawfare" de Arantxa Tirado y luego revisando la entrevista de Aimar Bretos a Jorge Vestringe he comprendido que las lavadoras que te dan, son las que te lavan lo que ellas quieren.
Adios Cari, espero que te subas a la palabreria en la fuerza que ella tenga
No hay comentarios:
Publicar un comentario