viernes, enero 14, 2022

Naturalidad.45

 Por mucho que existan personas  que piensen en el campo, como un espacio donde sólo se es verde en la primavera, amarillo en el verano y arcoiris en otoño, yo lo encuentro una gama de colores que incluso me diseña una cabellera abundante y ondulante en muchos horas de día. 

No fuerzo ni las luces del Sol, ni los claroscuros cuando la luna se despereza en los días crecientes.

  Me imagino que entre los que tenemos esa facultad, la naturalidad puede parecer, para muchos, caradura y desvergüenza. 

   En mi caso, me meto en el kayak, y a esa paleta, el frío, el aire o una pequeña colina me podría cambiar todas las percepciones que tengo sobre las espumas en la que busco surfear las aguas. 

   Me imagino que alguien que para hablar de ganaderia intensiva se va a un lugar bucólico, con pocas vacas y en una placidez de movilidad en la que hierros laterales o puertas de madera con cerrojos adecuados que parecieran unas palabras sacadas para una película de terror. Esa franqueza, sólo se la puedan dar quienes le rodean que se podrán en medio para tapar la luz directa que rebelará la poquita consistencia de un discurso vacío con dudas sobre el intelecto de quienes se ven obligados, ¿abochornados? a ejercer como sus seguidores. 

   Los vientos que expolvorearán la putridez de una carnaza de hechos aparentes, añadida a unos huesos de un vidrio quebradizo, es muy fácil de absorber por los periódicos que deben su existencia a las publicidades de empresas que se han beneficiado de ganancias que nunca debieran haber recibido de lo público, a lo que tanto parecen odiar, pero de las que les  sería imposible renunciar.

  Bajo esas campanas de cristal a alguien le pueden llevar de tournes y ferias por 20.000 leguas de viajes subreales y tirarse hablando sin parpadear, sin inmutarse, con una familiaridad con la impro que podría ser la cercanía tenida en un macrobotellón de entidades humanas por definir si están estabuladas en grupos de 10, en tres metros cuadrados o de 1 en menos de medio metro. Y eso de nacimiento a muerte. 

En ninguno de esos momentos perdería su ignótica y abracadabrante capacidad de interpretación que como amateur, me tiene impresionado. Nunca un alumno, pudo dar tanto de si, en las improvisaciones con las que había sido cocinado su pasado

  Cuando el gato negro, compañero sorprendido de lo que se cuece en un agua que tirita, se pasea por los alrededores de una naturaleza vacía, no aciertas a comprender quien le llevó hasta aquel lugar ignoto. Si un día se quedó cerca de tu coche quizás es porque buscaba alguna explicación. 

  No se la dí, quizás porque en un razonamiento hueco, intuyo que una falsedad que no se va a mantener, es mejor no comenzarla

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