martes, enero 18, 2022

Algunos días de radio

En estos días de radio. El micrófono lo tocas tres veces, despues de otras varias. Mira a la mesa de sonido y a la vez a aquella fotografía que hiciste para que no te pegaras la hora de "normal", en la que tras molestar algun paciente interlocutor, consigues que se oiga de la manera que tu quieres. En el ordenador el programa parece obedecer a las órdenes que tu le mandas e intentas editar algun momento que te hayas grabado de prueba.

  Te das cuenta que todo eso es superficial. En el fondo, lo que más te preocupa es las ideas que vas a transmitir y sobretodo su forma.

  Las veces que te grabaste, parecías recien salido de un monasterio, tras 20 días de meditaciones y como queriendo no atravesar con tu voz el impaciente silencio, que ahora en las ondas no te permites guardar. No, aquella grabación de una poesía, en los días de confinamiento, no era para mentes infantiles que ya habían sido encerradas en paredes de una cárcel desconocida.

 Te conmueve oír "la nana de la Cebolla", con la voz que hace muchos años no encontrabas las palabras para describir lo que me producía Juan Manuel Serrat; si, era su humanidad y la mano que le posaba en la espalda a Miguel, mientras este escribía la poesía para su hijo en la cárcel. Del cuerpo herido, fatigado, amordazado para ser libre (como escupen esa palabra los que controlan los medios, las economias, las justicias). Conseguía, nacía la voz que no se extingue, entre los pulmones, la mente y la voz del cantautor.

  Ese corazón bombardeando posibilidades sería un buen comienzo para la interlocución, pero luego estás los temas que se agrandan entre las búsquedas y el respeto por la honestidad. 

  Las dos sesiones de Carnecruda.es de esta semana, son bellos en los temas: la soledad y una entrevista al maestro periodista argentino Martín Caparros “Ñamerica”, atrayentes en los ritmos y variado en las personas que aportan los datos, expuestos para ser juzgados, si es que quieres estar capacitado para desnudarte de apriorismo. 

  La suscripción a esta radio digital tengo claro que la regalaría a las personas que quisieran ser volcadas a la intemperie para desde ahí crecer y conocer.

  De los libros que he oído sus introducciones para ser leídos, me quedaría con varios, con todos. No sé si la jubilación es una opción para quedarte quieto en un sofá leyendo para despegar a ser partícipe de viajes a descubrimientos.

    El de hoy, la entrevista es todo un cruzar el charco, pero no como les canto a quienes escuchan con la superficialidad del viaje de Marco a buscar a su pobre mama, que tendría un libro, sino para comprendernos, entre los muchos acontecimientos que han ido modelando aquellos países.

    Sesiones de radio para repetírtelas y darlas para compartirlas y aprender de todo lo que se escucha en esos momentos y todo lo que extraes de contrastarlas con quienes les escuchan.

   Todo esto, para buscar un día de radio con el libro “Balas para todas”, con Habbass, la aceitunera que es una “nadie”, como nos recuerda Eduardo Galeano. Alguien que no es temida por ninguna de las partes en conflicto y, a la vez, es aquella tierra que permanece. No tienen nada, no dan miedo a nadie. Un bando, gana y busca a sus enemigos, para exterminarlos de forma física y mental; pero ella es la luz por la que se guían cada, no la nombran, no la encienden ni la apagan pero les es necesaria para su subsistencia.

   Un tiempo indefinido después llega los opuestos, los liberadores o arrasadores y ella sigue, porque tampoco hacen ninguna mención especial al oxígeno, pero este sale de sus olivos, de sus raíces de generaciones que orean las entrañas y besan los países con sus ósculos escondidos entre las hojas.

   Habbas, como en el artículo que nombra Javier Gallego, que ya hace años escribió Martín Caparros, desde Nueva York,  no necesitan que los mercaderes nombre las patrias para perpetuar todas las tropelías que cometerán en su nombre. Ella es el agua que baña cualquier día y todo ser humano

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