Algunos días de pasiones desatadas, descubres que la vida son todas esas cosas que te suceden, mientras Casado sigue hablando y gesticulando en escenarios cambiantes.
Sueñas que te has subido a un autobus que va conducido por Jacques que nos hará salir de las carreteras más viradas, renacer de las vías que llegan a Finisterre. Nada parece que tendrá una continuidad, aunque ves que el tonto cuando se acaba la linde sigue a lo suyo.
Te golpeas con los ojos de alguien que espera un sortilegio y tú que sabes que eso significa ser tu mismo con las limitaciones propias y cuando, en tu fuero interno, no te ha dado tiempo a crear un mundo por el que descubrirnos, parece que esa percepción propio te atrapa en un círculo hipnótico el cual te va a ir nublando la vista.
Aspirar a poco, es la consigna, pero que confronte con lo real para que con ello, se pueda construir las propuestas en las que nazcan cada uno. Descubrirte en todos tus nacimientos, es distinguir lo que te ha válido, percatarte en lo que te has pérdido y siempre buscar la honestidad en ofrecer barcos que tengan la navegabilidad suficiente para que el otro quiera salir a las aguas.
Hubo una época en la que encontraste un tutor, silencioso, conocedor de los resortes del funcionamiento de lo que es aceptado por las instituciones. Sus trabajos eran tan sencillos que vestían los espacios en los que se desarrollaban.
Nunca construyó cohetes para llegar a Marte, ni tan siquiera la Luna e incluso que ni tan siquiera pudieran alcanzar Nueva Zelanda; estaba todo tan arraigado al entorno, que sus fotos eran de las manos encallecidas por el trabajo en el campo, o las vallas necesarias que relucieran ante la necesidad, aunque también tuvieran el brillo suficiente para que los canallas pudiera engrandecer las pequeñas virutas de imperfecciones. Pero estos, no fueron nada, tan sólo dinero. Tampoco lo fueron sus asalariados, encumbrados a las luces, donde gran parte de la sociedad creía intuir la realidad.
Su obra era que el alumnado interaccionará y que aquellos paneles demostrarán que la grandeza puede estar en descubrirse uno, naciendo en esos artilugios.
Atrapado en el pozo por el que te has ido deslizando sin darte cuenta que la luz se iba diluyendo; descubres a deshora, de ello te sacó el máldito e irrefrenable tiempo, que había manos fuertes, donde asirte para que la caída, por la gruta al fondo donde el agua de la ira te ahogará en unas sombras con ramas de tinieblas, no te hicieran temblar atado a la nada.
Cuando el conductor y el guia se fueron; en días como este, el laberinto emerge para hacerte creer que incluso el camino también se cegó
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