Todo es tan plácido, el agua es tan receptiva, su ritmo tan susurrante y sus colores tan receptivos que te subes a una barandilla para viajar por el frágil equilibrio en el que intentas cimentar el edificio que suelta las amarras para tener paredes de sueños.
El Liffey, en esta noche en calma, yace adormecido; ni el bullicio de la zona de Temple Bar, lo altera. No sabemos si Leopoldo seguirá agotado por aquel día interminable.
Bibiana Candia aporta las palabras y las mentes de los que se vieron atrapados en un gran engaño. Son pinceladas de toda una gran peregrinación a la ignominia que sufrieron más de 1.700 gallegos que fueron esclavizados por Urbano Feijo de Sotomayor en diferentes plantaciones de Cuba.
Si en el "Combo blanco" de Carlos Bardem conocíamos pormenores de como se iban tejiendo alianzas entre negreros y de estos con sus socios capitalistas; como también iban engañando tribus, que se enfrentaban entre ellas; como eran las condiciones de los viajes, para de esa manera tener una base de conocimientos amplias de todo lo que rodeaba el comercio de esclavos y los negreros que lo llevaban a cabo, para compradores, siempre piadosos, siempre edificando iglesias con material bañado en sangre.
La poetisa gallega ha cogido un momento especial de la historia y se ha subido a uno de los tantísimos barcos que realizaron esas tareas de llevar esclavos para obtener el azucar "azucre".
Nos posa la mirada en algunos de sus posibles orígenes, puertas abiertas a caminar a lo desconocido para salirse de la miseria y de las cadenas del hambre, en muchos caserios.
Pinta los personajes escogiendo con exactitud en las paletas de palabras los matices con los que conocemos a los personajes y nos situamos ante sus reacciones. De cientos de barcos que hicieron ese recorrido su mirada ha caido sobre ese grupo de gallegos, en su mayoria de tierras adentro que emprenden una Odisea en las que son volteados por su pasado, un presente que les arroja a las embestidas de las olas de agua y engaños y un futuro que pretendió atraparlos en la sumisión y en la explotación de sus posibilidad de sentirse humanos
Con "Azucre" podría encontrar las miradas pérdidas de quienes fueron talados de unas raices que les fueron extirpadas con el veneno de la codicia, de la inhumanidad, añadiendo el infame veneno de la traición a una tierra, a la que siempre nombran, ayer y hoy, para postrarla a su servicio.
Seguimos empeñados en surfear sobre hierros que son los sellos con los que nos queman nuestra piel, para que tomemos conciencia de ser suyos
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