En el artículo de Andy Robinson, en CTXT.es, CTXT.es, Andy Robinson. Oro de sangre, este nos recuerda que los europeos, con sus instituciones a la cabeza, podemos proclamarnos los más verdes del mundo; pero claro, estoy aquí, viendo el pequeño monte a mi derecha. En un pequeño pasillo llego a subir hasta la cima. De pequeño, por lo que fuera, aquello era lo desconocido. Ahora es Bazancao y mi Alto Tajo, tan bello de ver, cuando aún puedo remontar sus cortas pero empinadas revueltas.
Con esa perspectiva, puedo hacer una afirmación categórica que me ponga por las nubes. Pero cuando me asomo a aquel majestuoso espacio, como, tambíen, lo puedo hacer a mis actos, descubro que alrededor existen muchas personas cuidando nuestra naturaleza de una forma activa.
Cuando Europa, proclamado y elevado a lo alto del podium de ser el más ecológico del mundo, empieza a escuchar su himno. Su emoción desata lágrimas que hacen correrse, ufff....., su rímel que tapa tantas vergüenzas que tiene que esconder.
Ir a Brasil, a obtener oro, en esta época, es incendiar un poco más el Amazonas. Si, ese que decimos que es nuestro pulmón. Somos frutos de nuestras contradicciones. La medalla que nos ponemos en todo lo alto de podium, podría ser un collar de oro de sangre, obtenida y succionada por las extracciones ilegales que se dan en aquella zona del mundo.
De todas maneras, no nos podemos hacer los ofendiditos. Es más,
existe una corriente hoy en día, de machotes que proclaman que se debe estar
orgulloso de toda clase de nuestros actos allí, de entonces, y nuestros apoyos actuales.
Incluso de nuestras salvajadas. Entre cientos de libros, mis más próximos que que lo explican, pueden ser, uno de los mayores piratas esclavistas, del que narran sus vicisitudes en "Combo blanco" de Carlos Bardem y el otro, por leer, de Bibiana Candía, "Azucre", nos habla de un parlamentario español, con posesiones en Cuba, que tuvo la mente tan adyecta para que, una vez acabado el esclavismo con la población negra de África, por poco ética, la sustituyo con sus paisanos gallegos. Seres humanos comercializados como precursores de máquinas sin sentimientos, que crearon riquezas en unos, cubrieron necesidades en otros y bendijeron espacios con oropeles en monumentos donde nos proclamamos limpios de impiedades y odio hacía quienes nos habían dado su vida, sin haberles mirado como ser humano.
Nunca queremos comprender que somos "Man of the hour"; acompañándonos y detrás queda toda una naturaleza, la que nos va a dar aire, sueños y vidas.
"Some day, we'll all the way", debiéramos proclamar; incluso el más poderoso mandatario que hubiera obtenido el poder por una alianza de canallas económicos y sus necesarios secuaces de las más diversas profesiones, corrompidas.
Nuestros gorilas, que luchan contra los hierros de las máquinas en que se han convertido quienes las dirigen, con sus cuerpos necesitados por el hambre, necesitan reunirse en una plaza, si quizás para ser acorralados o gaseados, por otros que dicen defender el orden. Ese mismo que pareciera querer perpetuarse en los grandes bosques de la Amazonía, para ellos si, darnos esperanzas para una subsistencia.
Aquí en Europa; con sus mandatarios silenciados por no poder decir que el decrecimiento es una opción y el no querer todo, aquí y ahora, puede esperar. Nos entregamos a lo Nuclear, para hipotecar el futuro que no nos parece importar porque aún queriendo a sus hijos y nietas; estas y estos sabrán por donde tirar y nosotros, puro egoísmo, ya no estaremos. Y al gas, que, entre grandes movimientos terrestres podrían cerrar un círculo dantesco. Donde lo segundo, inestabilizará a lo primero y, a la vez, lo segundo produjeran estallidos pero, en este caso, no naturales, sino como turista de nuestras barbaridades, fotografiáramos nuestras creaciones explosivas, artificiales.
En "all the way", Eddie Veder proclama el himno de un equipo de Chicago. Podríamos tomar esos caminos, muchos, no siempre suficientes, para decir que nuestros caminos es por el respeto al Medio Ambiente, conscientes de nuestras insuficiencias para taparlas con su degradación. A una voz, lo cantaríamos mil y una vez.
Cuando nosotros los gorilas, nos volviéramos a reunir, tras haber ido a esconder nuestros miedos, en la interacción con seres que, unos no comprendieran, algunos escupieran, y otros hicieran sonar sus cláxones, atrapados en un semáforo, para liberarse, para liberarnos de tantas necesidades a las que no dan unas soluciones sociales.
Algunos priman el individualismo. Nosotros los gorilas, por momentos poderosos, invencibles, sabemos que desde nuestra acción, nos debemos buscar para hacernos fuertes como colectivo. Si no las máquinas de hierro y humanas, son siempre más invencibles que nuestras soledades aislada
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