sábado, enero 15, 2022

Impro

 Recuerdo a mi profesor de impro. Era un fenómeno. Sobre todo con su modo de preparación de las clases. Era consecuente hasta los tuétanos, a veces nos lo enseñuebanos. También asistí a los match de improvisación. Siempre me pareció muy difícil, pero ya entonces descubrí como se aferran a Andreus y Bertos para salir adelante.

 De hecho, debo confesar que la última vez que lo intente me di cuenta que había metido la pata hasta el fondo. Debiera haberme disculpado de inmediato. Todo quedaba muy ridículo y algunas risas eran de compromiso. Si lo intente alguna vez ya me había alejado de aquellos mundos, porque me di cuenta que la gente que se lo toma en serio merece se respetada.

  En aquel instante no lo hice; el profesor, se sintió tan descolocado por el sinsentido que lanzó una colleja que impacto en la cabeza. No creo que se replanteara su visión de escritor sobre el clown. Por mi parte, insisto, ninguna excusa, me había ido de clown  bufón y de ahí, al absurdo. Si hubiera evitado ese acto violento, el mayor dolor hubiera sido que me hubiera dejado a los pies de los caballos en la ñonada. Se debió sentir humillado, cuando era yo quien había hecho una ridícula intervención.

  Los años te dan tablas, como las que había en el barranco, anejo al colegio de la "Aneja" donde estudie. No estaban todas las necesarias y algunas, además, estaban podridas. Éramos pequeños y eso ahora, no hay madre, padre, equipos directivos que lo permitieran, si antes no les había dado un infarto triple.

  Por esos agujeros improvisabamos nuestros siguientes pasos. El miedo estaría allí, pero para superarlo no hay nada mejor que la inconsciencia. 

  Analizando lo que le ha pasado a bulldog_punk y su cierre de cuenta de Twitter, tras un último vídeo tan honesto en lo defendido en su contenido como contundente en su indignación por la desfachatez con la que se trata a la capacidad de  razocinio del ser humano.

 Muchos tienen que salir a las tablas y dejar de contentarse con el manido, todos son iguales. O, es que allí, no nos quieren.

 En esos allí, se quiere al ser humano y se respeta a quienes les respetan. Y en esas tablas, tendrán que desnudarse que a ellos mismos, a los taxistas a los Uber, les pone en la realidad de su debilidad; a los ganaderos, les ponen las industrias cárnicas promovidas por los Fondos de Inversión, a los pescadores artesanales, las  industriales acuafactorias.

  Delante de su público, enfrente de su propia vergüenza hablarán pero para respetarse. Porque ante sus familias, sin otro peaje, y no es poco, de su coherencia deberán defender su papel en esta historia. Y sus buenos, malos y niñerías les acompañarán en sus formas de convivencia.

 Los tiempos crispados, si ese es rol que les gusta, que se pregunten cuando sucedieron porque entonces y no ahora.

   Tuve, en el teatro de Madrid, el pudor de no desnudarme del todo en una obra de la Fura, si lo hubiera hecho, con mi cuerpo pintón, lo mismo hubiera aceptado mi realidad y de ahí, a ser coherente, falta menos. Aunque todos los caminos deben ser recorridos

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