miércoles, septiembre 01, 2021

Sobres sin medida

 Mi novia recibió mi promesa que la mantendría sellada. No porque la pudiera enviar a través de las ondas. 

   A la cabra, no sé a quien se le ocurrió meterla en una sábana, por muy blanca que sea, desde luego no es un sobre. 

   Algunos se esfuerzan en creerse libres. No es fácil que  se fijen en alguna situación de personales, no muy lejanas, que no tienen unas mínimas condiciones laborales de respeto al ser humano.

   De mi boca podría afirmarse que no saldría una palabra que denunciara como se había originado la caída de unas construcciones, echadas para arriba en medio de un cauce.  No lo haría, porque como cauce he visto ya demasiadas salvajadas y a mi arboleda de ahora la he tenido que cambiar en demasiadas ocasiones porque unas veces decían que sería más salvaje, otras que el ser humano la podría disfrutar, bueno también, dicen, que dentro de estos últimos, existen primitivos que cuando se juntan son capaces de vejar a quien se les ponga por delante. Por lo que oigo, últimamente, si son ecologistas mejor. Algo les deben haber hecho; puede ser, pensar, y eso es un cataclismo en quien está dispuesto a seguir cualquier consigna de quien le han señalado que tiene que aceptar su magnífica planta

   Ejemplos me ponen y no me lo creo.  Una luz, que parece bajada del cielo, jodio tramoyista, te conozco, dice en tu libertad, te bajo en impuestos, el equivalente a un royo de papel higiénico, muy valorado para los diez apretones al día que calcularon que tendrían durante el encierro. Estos postrados ante sus idolos, se inclinan, les besan las suelas, no el bello cuero de los zapatos, les rezan, les prometen fe ciega y ahí andan, dando vueltas a tanto y tanto papel, inservible para cualquier otro proyecto.

  A cambio, el que le dijeron: ¡¡¡¡ese!!!!, ¡ese es el malo! pero oye que lo único que hace es que le anima a pelear por obtener mejor salario, por pagar menos luz; pues héte aquí, ¡Acabáramos!, se revuelve y le escupe. 

  Así que cuando me hablan de esa cabra que quisieron enviar por correo certificado; me digo: y porque no existen, esclavos a los que sólo se les da pan, agua y no mucho más; a otros, a los que no venden por 200 millones y los dos no pueden hacer su voluntad.

  De quien iba a pagarlos, me dicen que todo es cuestión de explosiones.


No hay comentarios:

Siameses y mercader

Siameses y mercader
Zaida, Fernando y