El cielo cae, en ese instante, con martillos extraídos de las nubes. No puedo mirar al otro lado, ni dirigirme al copiloto ausente. Ese agua penetra para enfangar mi culpa, de la que no me puedo desprender, ni frontando en una noche pulp fiction; es igual, tampoco esos ojos pueden materializarse en una danza hipnótica, que suponga una entrega imposible. Tiempos de acantilados.
Ha pasado que el mundo sigue girando y que cada vez se visualiza más el egoísmo de las grandes fortunas
Han sucedido miserias y quebrantos que siempre son pagados por los que sólo tienen su trabajo y una casa para reposarlo
Han emergido las fuentes de información que les muestra desnudos, pero con la suficiente manipulación, puede ser el tiempo de la oscuridad.
Todo ello convergen en los velos que deben ser impedidos en las aulas, pero no ese vestido de la religión católica con el que revisten la enseñanza pública.
Debatir sólo de ello; pero no de un sometimiento de años, si no siglos, ante unos emisarios que a veces, fueron sicarios; otras, justicieros, con su ley personal , transformando a su dios, a su imagen y semejanza.
Una niña lucha por la libertad que tuvo su abuela y que se ahoga en una foto del imposible, que entonces parecía, pero ahora, llegado
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