Existe un grito lanzado por alguien que será recompensado: " eres un expropiador", también existe el orgulloso tenedor de una teoría conspirativa que entre las cuatro puntas entreve metales y polvos para un obscuro control.
Entre el primero y el segundo existen dos plantas de separación, con lo cual nunca podrían bailar juntos y sin embargo en la entrada al gran edificio que alberga, de una forma pomposa a todos los entregados a las grandes empresas, fanáticas de las ganancias exorbitantes, se han mirado, se han sentido únicos e incluso, nuestro interlocutor con los mases allás que nos pueblan, se han lanzado a un roce, que si tenía todos los componentes de eróticos e incluso de ensamblaje puro y duro.
Hasta aquí podíamos llegar, un servidor del político ha recibido el click en el ojo mecánico de este y ha proclamado la superioridad de su amo, ha pegado una patada a nuestro empalmado iluminado y ha llevado en volandas al púlpito al loro.
De uno y otro recibe petardazos nuestra pesado amigo. Este, unas veces pone la cara contra los paraísos fiscales, que pareciera ser lugar solo para reyes, pero dónde entran cualquiera que esté dispuesto a traicionar a su amada patria de donde obtienen sus beneficios ya que esta despersonalizada señora debe callar, cuando estos mezquinos alegan que es que no gobiernan ellos y los otros son malos, muy malos.
Otras veces, estos pesados, nos abren los ojos cuando miramos a nuestros enchufes y nos dicen: ¿ves lo que llega hasta ese borde? Es la bolsa infinita donde meten las ganancias los que con gas anestesian hasta las agua dóciles, para vampirarizándolas, licuar sus esencias para hacernos volátiles en nuestros enojos. Los pesados siempre siguen ahí. Cuando nos abren puertas, se lo agradecemos, pero somos de natural crédulos, más desagradecidos.
Otras pesadas nos lanzan a realidades que salen expedidas escondidas entre piedras de voces que lanzan los amigos de nuestro primer elemento examinado y las alfalfas donde se mimetizan y pacen los que hurgan en conspiranoias pagadas para ser excretadas desde nuestro palacio de las maravillas. Nuestros pesados nos visibilizan al ser humano que nos rodea para que los sintamos como parte de nuestro crecimiento; no por tenerlos en un póster, sino por hacerles participes de nuestros caminos, desde todas las dificultades con las que han iniciado sus nuevos caminos
Hablábamos al principio de nuestros "cooles" mercaderes, siempre nos podrán los productos "a mano", de nuestros, muchas veces, repelentes pesados sabemos que de "esa mano" denunciará los cubiletes con los que nos empobrecen.
Sólo nos queda levantar un poco la mente, para ver qué con la fuerza de todos, aligeramos la carga a los pesados. Y que de las mercaderías pendía un hilo que eran cadenas
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