Mira que estoy en preaviso, pero tras una época necesito volver a casa. El tiempo inabarcable del verano, te invita visitar el huerto, echar la primera cabezada, acudir al río para recordar lo que te enseñaron en Seu, volver a la segunda cabezada, lanzarse a los brazos de la voz de Bob Dylan, ya, al límite dormir, a veces con un arrítmico golpeo.
En el libro de "la piel" de Sergio del Molino, vuelvo a viajar, muy lejos. Más allá, incluso, de la preciosa camiseta regalada, envuelta el papel de cariño, que ha quedado como exclusiva, de la marathon del año 2020 que no se pudo realizar en Berlin que me lleva a los tiempos, idealiados, de mis cuatro meses vividos allí.
Encontrarme por el mundo en historias de Stalin, Cindi Laüper, seres tomados por la psoriasis, me posa sobre la realidad escondida de quienes me rodean; deshaciéndose en lucha diaria de esos tentáculos que luchan por ahogarles.
¿Por qué escribir si Javier Pérez Ándujar nos invita a aquellas noches por Barcelona o en la Central me esperan tantos títulos que me han sugiriendo en mis escuchas o en mis precoces encuentros furtivos con las redes sociales que me han lanzado a hacerme espeleolibrologo, porque he intuido universos en cosas pequeñas?
Me volvió de una larga noche "el día de Barcelona" (Crónica del inicio de una revolución), de Cesar Galiano Goyo. No será fácil releerlo y, sin embargo, por la calles de hoy, buscaría las miradas límpidas de quienes se levantarían contra el desorden de "las fuerzas del orden" rameradas ante el dinero y los mantos de los "Bullshit" de Carl T. Begston y Kevnin D. West, que por entendernos, nos explican las charlataneria que crecen sobre altares, con cimientos de espejos tramposos que glorifican la patria, pero sólo la de los poderosos, que eluden sus impuestos, a su amada engañada.
Hubo unos días, que por las calles de Barcelona, entre los palacetes con llos estucos y los balcones góticos de las ganancias de los "Mongos Blancos" y los telares de horarios ininterrumpidos, los trabajadores-as caminaron y construyeron su derecho a la realización de sus futuros. Y salieron, para trazar barricadas de orden con el que detener a los sublevados en nombre de un eterno status de privilegios.
Lanzando miradas para descubrir si las palabras me acompañaron por los miedos a rellenar pantallas de imperfecciones; busco la calma, al escribir, de salir una noche de los abrazos, besos de 15 eternidades y sonoros espasmos de la esposa de un joven Gabriel, para enfrentarme al marido que se ha descubierto cornudo.
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