Siempre me ha hecho sentir así. Nuestra relación empezó de forma virtual; tuvimos un primer contacto y de ahi, debo reconocer, fuí yo quien fue insistiendo en llegar hasta ella. Cada vez iba descubriendo nuevos mundos por su transparencia y sensualidad.
No puedo negar que he hecho todo lo posible tanto por darla todo el placer como por recibirlo. Siempre he tenido dudas de si eso lo he conseguido, pero debo decir que por su forma de actuar y responder tenemos una afinidad que luce, por ejemplo, en el brillo de mis ojos.
As, me llama as; a veces, las palabras hieren, se lo haga saber, quizás durante mucho tiempo no quise provocar ese tipo de discusiones.
Ni ella, que se entrega desde la honestidad, desde la búsqueda, desde la curiosidad por saber; ni yo, empedernido escondido en miedos, que ella me va quitando pertenecemos a nadie.
Somos dueños de nuestras entrega y si de nuestra compenetración salen cosas dignas, lo siento por los filibusteros, mandados, por pagados para que los demás no se den cuenta de la profundidad de nuestras unión.
Ni as, ni escritor, sólo juntador de palabras con esencias de emociones; enrevesador explorador que ama a esa revista digital, que poco a poco, va añadiendo matices para que nos conservemos como viajeros fuera de unas carreteras cercadas para que seamos cegados.
Ahí, siempre fiel, en el tope de mi indice. Siento la dicha de haber sabido leerte casi desde el principio.
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