Aquí ando; yo creo que mi chico se me queda hoy viendo el fútbol, ¡vaya delantera ha sacado el PSG!. Mira que nos tenemos dicho que los miércoles no nos fallamos. Lógico, llevamos 2 amanecidos meses sin fallarnos. Pero le he oído que cuando jugarán juntos, no se los perdería en su estreno.
Voy a esperar un rato más, pero que sepa, un poco despechada si que estoy, que mi satisfayer tiene la sensibilidad de las eléctricas para obtener beneficios.
Vale que mis manos, comparada con la increible sensibilidad de cada poro de los brazos de mi amor para transmitir empuje y búsqueda es inigualable, son como las da un mamporrero que metera el aparato, como los periodistas que defienden a esos emporios, con la pasión de que serán recompensados, pero sin el beso entre el cuello y las orejas con las caemos extenuados.
El día ha llegado, la caja está a mi lado. Son las 8h45' empiezo, triste, a desembalar todo el pitote de papeles y cajas que monté, por la vergüenza que tenía, ya que contaba a las amigas que con Jesse, no necesitaba más, pues lo que pedía, era buscado y entregado. Siempre había oído que los partidos empezaban a esa hora y daba todo por perdido.
A menos diez, lo he contemplado con una cierta codicia, instantes después, he oído que abría la puerta cantando Just like a woman, pero con la versión de Jeff Buckley. He comprendido que estábamos invitados a explorarnos en tantos matices como los caminos sinuosos tenemos que recorrer en frente de poderosas delanteras y tenebrosas asociaciones, sabiendo que nuestro acoplamiento muestra lo perecedero que ellos nos son
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